Pon tu mirada en jesús
Es triste que, por nuestra aparente
madurez en el evangelio, perdamos de vista la verdad de lo que hizo
Cristo en la cruz del Calvario y nos olvidemos de que toda nuestra vida
gira específicamente alrededor de ese sacrificio.
En nuestras iglesias, más a menudo nos
hace falta recordar lo que representa para nosotros la muerte y la
resurrección de Cristo, lo que representa ese sacrificio. Si Jesús no
hubiese muerto en la cruz del calvario y resucitado al tercer día, nada
de lo que hacemos tendría valor, sentido, ni poder.
En los próximos, días celebraremos y
recordaremos el más grande evento que ha cambiado la historia de la
humanidad y la de todo aquel que ha creído en lo que Cristo hizo por
nosotros. Ese evento es importante, no tan solo por la trascendencia
espiritual que tiene hacia la promesa de la vida eterna en el más allá,
sino que nos permite comenzar a vivir y experimentar la vida eterna aquí
en la tierra, al momento de darnos cuenta del poder detrás de aceptar
ese sacrificio.
Cuando ponemos nuestros ojos en Jesús,
que entregó su vida por ti y por mí, nos corresponde a nosotros levantar
las manos caídas. Lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz del
Calvario debe darte la esperanza para sacar esas rodillas paralizadas,
que no te permiten moverte hacia adelante por causa de miedos, para que
tú y yo hagamos sendas derechas para nuestros pies.
Tiene que llegar un momento en tu vida donde dejes de tropezar y caer en la misma piedra.
Hay muchos versos donde Dios promete
levantar tus manos, darte pies como los de sierva y en las alturas
llevarte a andar, pero cuando ponemos la mirada en lo que Jesús hizo, la
responsabilidad de levantar las manos caídas es nuestra, la
responsabilidad de caminar es de nosotros, la responsabilidad de
enderezar lo torcido nos pertenece a ti y a mí.
Cuando entendemos lo que Jesús hizo en
la cruz del Calvario, es cuando el hombre comienza a empoderar su vida,
no tan solo para el futuro en el más allá, sino para aquí en la tierra.
No estarías paralizado en tristeza y amargura, si realmente entendieras
el sacrificio de Cristo.
Lamentablemente, nos convertimos en
cristianos profesionales, que sabemos de tanta teología, tanto griego,
tantas palabras nuevas y conceptos interesantes. Está bien que
estudiemos, pero nunca sin perder de perspectiva que lo que cambio tu
vida no fue el griego ni el hebreo, ni una palabra mágica que
aprendiste. Lo que cambio tu vida fue que un día pusiste tu mirada en
Aquel que murió en la cruz del Calvario, el que entregó su vida por ti y
tomó tu lugar.
A veces, en la iglesia celebramos
muchísimas otras cosas menos eso, y quitamos la mirada de Aquel que tomó
nuestro lugar. Cuando mantenemos la mirada en el verdadero significado
de su sacrificio, empoderamos nuestra vida para transformar y cambiar,
para vivir la vida como debemos vivirla, para tener el éxito que debemos
tener y alcanzar el destino que Dios tiene para cada uno de nosotros.
Qué Voz tu Estás Escuchando
Dice la palabra, en Hebreos 12:24, que
la sangre de Cristo habla mejor que la sangre de Abel. Así que, la
sangre de Cristo no tan solo tiene poder, sino que habla. ¿Cuál es la
voz más presente en tu mente? La voz a la que tú le prestas atención, la
que cautiva tu mente y captura tus pensamientos es la voz que dirige tu
vida.
La sangre de Cristo, desde hace dos mil años atrás, está tratando de hablarle al hombre, está tratando de hablar a tu vida.
¿Qué reclamaba la sangre de Abel?
Venganza, culpabilidad. En Génesis 4, vemos el momento en que tanto Caín
como Abel se presentan delante de Dios, cada uno con una ofrenda. La
ofrenda de Caín no fue aceptada por Dios, mientras que la de Abel sí.
Caín se molestó con Dios, pero se desquitó con Abel.
De la misma manera, hay gente en tu vida
molesta porque no han sabido ganarse el corazón de Dios y se desquitan
contigo porque ven la mano de Dios sobre tu vida. Ellos quisieran lo que
tú estás obteniendo, un matrimonio como el que tú estás teniendo, la
victoria que tú estás teniendo. Y se molestan con Dios, pero tratan de
destruirte a ti, porque tú les acuerdas a ellos todo lo que ellos no son
delante de Dios.
Cada vez que Caín veía a Abel, lo que veía era todo lo que él debía ser, pero que no estaba dispuesto a ser.
Caín mató a Abel, y Dios le dijo a Caín
que la voz de la sangre de su hermano, Abel, clamaba a él desde la
tierra. Entonces, Dios le dijo que, cuando labrase la tierra, esta no le
daría su fuerza, y que sería errante y extranjero en la tierra. A lo
que Caín respondió: Grande es mi castigo para ser soportado.
La sangre de Cristo viene a quitar de tu vida todo aquello que tú no puedes soportar.
¿Qué tú no puedes soportar? Quizás tu
manera de vivir o la forma de pensar. Miras lo mal que has hecho y lo
grande de tu castigo, y la mente de dice: Lo que estás viviendo, te lo
mereces. Y hasta que no pagues esa deuda emocional, física, espiritual,
seguirás sufriendo, seguirás viviendo de la misma manera. Por eso tanta
gente se suicida; porque no pueden soportar; no pueden soportar la
tristeza, la amargura, el dolor, la traición, el abandono. Y peor aún,
la voz que oyen les dice: Tú eres el culpable.
Eso era lo que oía Caín. Cuando labrase
la tierra, esta le produciría cardos y espinas. Caín sembraría con un
propósito, y recibiría otra cosa. Esta sería la manera en que la voz de
la tierra le recordaría lo que hizo, en lugar de haber agradado a Dios.
Dios le dijo a Caín: Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? En otras
palabras, le dio otra oportunidad para que lo hiciera bien. Pero no; se
desquitó con Abel, matándolo, y ahora la tierra le produciría cardos y
espinas. Todos los días tendría en sus manos el fruto de sus acciones, y
produciría, sobre todas las cosas, culpabilidad. Aquello le recordaba:
Esto tienes, por lo que le hiciste a Abel.
¿Cuántas veces has tenido un problema
que no tiene que ver nada con algo malo que tú hiciste, pero cada vez
que lo tienes te acuerdas de lo malo que hiciste? La mayoría de los
problemas que tú tienes, ni son el diablo, ni por un error que hayas
cometido, sino que son problemas de la vida. Dale gracias a Dios, porque
el que no tiene problemas es porque está muerto. Cristo dijo: En el
mundo tendréis aflicción, mas confiad, yo he vencido al mundo.
La voz de la sangre de Cristo habla
mejor que la de Abel, y lo que dice es que tú eres libre. La pregunta
es: ¿Cuál es la voz que más tú oyes? ¿La voz de los que te acusan? ¿O la
voz de Aquel que te hizo libre?
La voz de Cristo habla mejor, incluso,
que aquello que a veces tú dices de ti mismo. La primera voz que la voz
de Cristo tiene que callar es la tuya, porque la voz de la sangre de
Cristo habla mejor de ti que lo que tú mismo piensas de ti.
Tienes que oír lo que dice la voz de la
sangre de Cristo, que no tan solo tiene poder para salvarte, sino que
tiene voz para hablarte, y habla más fuerte que la del mundo, más fuerte
que la voz del pecado, más fuerte que la voz de aquellos que te acusan,
más fuerte que tu propia mente. Esa voz dice que tú has sido perdonado,
redimido, transformado, cambiado, que eres una nueva criatura en Cristo
Jesús.
Tú Has Sido Liberado
Dice
la palabra del Señor, que la sangre de Cristo habla más fuerte que la
de Abel. No era suficiente con que Cristo muriera para que se cumpliera
el propósito de su muerte. La muerte no era lo único que iba a redimir
nuestros pecados y sacarnos de la maldición. La muerte tenía el
propósito de darnos vida y la posibilidad de la resurrección, pero era
necesario y vital el derramamiento de sangre.
Cada momento que Cristo vivió en aquella vía dolorosa, era señal de que una parte de nosotros estaba siendo redimida.
En Génesis 3:17-18 dice: Maldita
será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días
de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. La tierra fue maldita por causa del pecado del hombre. Desde que el hombre pecó,
ha tenido que buscar las flores en medio de las espinas; lo bello, en
medio de lo feo. Cuando vemos a Jesucristo recibiendo la corona de
espinas, lo primero que está redimiendo es la maldición que hay sobre la
tierra, donde la tierra no responde a lo que el hombre siembra.
Muchos
viven en frustración porque no están recibiendo los resultados por los
cuales han estado trabajando, sino todo lo contrario a lo que han estado
esperando, y lo que está a su alrededor no responde de la manera en que
fue intencionado.
Cuando
Cristo recibe la corona de espinas, cuando va a vencer esta maldición,
no recibe esta herida en ningún otro lugar sino en la cabeza, que
representa la mente, el pensamiento que te dice: Tanto trabajar, tanto
luchar, ¿para que? Tanto esfuerzo, y mira lo que recibo.
Y es que, muchas veces, el enemigo más grande que tienes es tu mente.
Gloria
a Dios que hace 2000 años atrás hubo uno que cogió esas espinas que han
estado perturbando tu mente y las llevó con orgullo y autoridad. Cada
gota de Su sangre, te dice que puedes ser libre de toda espina que esté
atormentando tu mente.
Hoy
puedes ver la victoria, el gozo, y vivir en una paz que sobrepasa todo
entendimiento. La gente no puede entender cómo vives tan tranquilo en un
mundo que se está volviendo loco. La razón es que tu mente fue
liberada.
No
permitas que tu mente te perturbe nunca más. Tú no tienes que sentir el
dolor que esas espinas producen en tu vida y en tu mente, el dolor de
tu historia. Hoy es un día de oír, no la voz de la tierra que produce
espinas, sino la voz de Cristo que te dice: Hace 2000 años atrás, yo te
hice libre.
No dejes que nada te perturbe
Todos
tenemos un pensamiento que nos molesta constantemente. No hay lugar
donde vayas que alguien no pregunte por tu pasado. Mucha gente quisiera
desaparecer del mapa simplemente porque no pueden trabajar con su propia
mente.
La sangre de Cristo te dice que eres libre, y calla la voz de todo acusador, de todo pensamiento que te perturba.
Si has pensado quitarte la vida, cancela
todo pensamiento negativo y declara que la voz de la sangre de Cristo
será más fuerte que la voz que te perturba. Eres libre, porque hay una
víctima que murió hace 2000 años en la cruz del Calvario, y llevó esas
espinas por ti. Su sangre te dice que eres libre de toda espina que
perturba tu vida.
En la biblia existen varias ocasiones
importantes donde vemos la palabra espinas, en eventos significativos
que se relacionan con Jesucristo.
En Génesis 22, Dios le dice a Abraham:
Te voy a dar un hijo; y luego le pide que lo sacrifique. No fue fácil,
porque de camino al monte fueron 3 días de espinas, pensando: Si me lo
diste, ¿por qué me lo estás pidiendo? Y, si no se levanta, ¿cómo vas a
cumplir tu promesa? Fueron 3 días de pasar esa angustia, sin poder
decírselo a nadie. No se lo dijo a Sara, su esposa, porque sabía que
ella no iba a entender; ella lo iba a detener.
¿No has tenido algo en tu mente, y no se
lo has podido decir a nadie? Algo que sabes que, si lo dices, no van a
entender lo que estás pasando. Lo único que tienes que hacer es caminar,
sabiendo que te vas a encontrar con Dios, en algún momento dado, y que,
finalmente, lo que está pasando en tu mente tendrá sentido. Hay días
donde tienes que caminar con esa corona, sin decirle a nadie, porque tu
esposa no te va a entender, tus amigos no te van a entender, y tu hijo
tampoco.
Cuando están en el monte, Isaac le dice:
Papi, tenemos la leña para el fuego, pero ¿dónde está el holocausto?
¿Cómo Abraham le iba a decir a Isaac que él era el sacrificio? Su
posición era muy difícil.
Tener que caminar 3 días, sin poder
hablar, sin que nadie pueda entender. No es que Abraham no quería
hablarlo; es que sabía que, si él no entendía lo que Dios estaba
haciendo, menos lo iban a entender los demás.
En el monte, cuando iba a sacrificar a
Isaac, Dios lo detiene y le dice: Conozco lo que hay en tu corazón, mira
hacia atrás y busca el carnero, metido entre los espinos.
Por causa del sacrificio de Cristo,
dentro de cada arbusto espinoso a tus espaldas, hay un carnero. Porque
no te negaste a seguir caminando, a pesar de las espinas que llevabas en
tu mente, aunque no se lo podías decir a nadie. Seguiste caminando y,
por eso, ningún pensamiento te puede paralizar.
Aunque no sabes para dónde vas, ni lo
que va a pasar, sigue caminando. En el momento que te encuentres con
Dios en el lugar que Él ha dicho, a tus espaldas, verás Su provisión
sobre tu vida. En ese momento, todo tendrá sentido. No importa la espina
que lleves en tu cabeza, sigue caminando.
Lo peor que puedes hacer es detenerte.
Tu vida no va a cobrar sentido en el lugar donde estas, sino en el lugar
donde te encuentres con Dios.
Qué Dios te Dijo
En momentos difíciles, lo primero que se
piensa es: ¿Se acordará Dios de mí y de mi familia? Noé se encuentra
viviendo en un tiempo donde la cultura estaba tan corrompida que estaba
afectando la creación. Dios encuentra en él a un hombre recto y le da
las instrucciones específicas para salvarles. Construye el arca y por
40 días escucha la lluvia y por 150 días estuvieron flotando sin rumbo.
Todos nosotros hemos estado
influenciados por la cultura y por todo lo que sucede a nuestro
alrededor. Pero procura que, en medio de un mundo de tantos problemas,
dificultades y maldad, Dios encuentre en ti alguien que, como Noé, halle
gracia delante de Dios y te dé las instrucciones correctas que te dará
un nuevo comienzo a tu vida y a la de tu familia.
Noé escuchó por 40 días la lluvia y
estuvo 150 días flotando sobre las aguas en el arca junto a su familia, y
no escuchó la voz de Dios por ese tiempo. Sin saber para dónde iba, lo
único que lo mantenía fue la palabra que Dios le había dicho: Voy a
establecer mi pacto contigo.
Cuando te sientas que vas de un lugar a
otro dando vueltas, pensando que Dios no se acuerda de ti, recuerda tú
lo que él te ha dicho. A lo mejor estás viviendo en la incertidumbre de
los problemas y te sientes como flotando sin rumbo, sin dirección; pero
aun allí en el arca estás protegido junto a tu familia. Aunque no
escuches la voz de Dios, recuerda sus promesas y prepárate porque Dios
te dará un nuevo comienzo.
Cuando no escuches la voz de Dios,
tranquilo; confía, porque él está trabajando en lo que te ha declarado.
Él está abriendo nuevos caminos para que tengas un nuevo comienzo.
Dios abrió un nuevo rumbo para Noé, para su familia y las futuras
generaciones.
La biblia dice se acordó Dios de Noé, en
el original lo que está diciendo es: Dios llamó a la manifestación la
palabra que había dicho. Aunque no escuches más su voz, tranquilo; es
Dios haciendo que la palabra que declaró sobre tu vida se cumpla.
Procura que se levante en ti confianza.
La palabra que Dios te ha dicho se cumplirá y vivirás una nueva
temporada. Saldrás de la incertidumbre. De la misma manera que Dios
dijo que entrarías en el arca, dirá que salgas, y vivirán nuevos tiempos
tú y toda tu familia.
Dónde Tú Estás
Cuando un hombre aprende a verse como
Dios lo ve, y entiende que Dios lo posiciona en el lugar correcto, su
vida cambia para siempre y, por consecuencia, toda su familia.
Tiene que llegar el momento en que digas
como Pablo: Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
juzgaba como niño, mas cuando ya fui hombre dejé lo que era de niño.
Antes veía oscuramente, pero ahora veo cara a cara.
Dios está llamando a los hombres,
preguntando lo mismo que preguntó a Adán en el Edén, cuando este se
escondió de él, tras haber comido del fruto prohibido: ¿Dónde tú estás?
¿Quién te enseñó?
Levántate en el lugar en que te
encuentras y créele a Dios, porque se va a desatar sobre tu vida el
llamado de Dios para ti y, cuando tú te pongas en orden, tu casa se va a
poner en orden, tus finanzas, tu familia, tus hijos.
La unción de Dios va a descender sobre
ti y vas a salir del estancamiento, no vas a escuchar más malas
noticias, no vas a escuchar más rechazo y menosprecio. ¿Te dejaron? ¿Te
abandonaron? Pues tú te vas a sacudir el polvo de tus pies, y te vas a
mover hacia adelante. Cree, en el nombre poderoso de Jesús, que viene
una nueva temporada para tu vida y que, por el poder de su palabra, se
desata el potencial de Dios en ti.
Cuando Dios te ve, no te ve como un niño
herido, como un niño maltrecho. Dios te ve como un hombre lo
suficientemente grande para llevar en tus hombros la autoridad y el
principado que él te ha dado.
Sé libre para hacer todo lo que Dios
quiere que tú hagas. Se acabó el llanto, las ataduras, se acabó la
parálisis, se acabó el estar – como David – detrás de las ovejas, sin
alcanzar el propósito de Dios para tu vida. Se acabó el no tener la
autoestima debida, todo porque no has podido comprar un carro, una casa.
El Dios al que tú le sirves ha estado llamando tu nombre, preguntando:
¿Dónde estás? Y ha dado la orden de que te saquen de detrás de las
ovejas porque, aunque otros te vean como un niño, él te ve como un
hombre y te ha llamado para alcanzar algo grande en tu vida.Cuando un hombre aprende a verse como
Dios lo ve, y entiende que Dios lo posiciona en el lugar correcto, su
vida cambia para siempre y, por consecuencia, toda su familia.
Tiene que llegar el momento en que digas
como Pablo: Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
juzgaba como niño, mas cuando ya fui hombre dejé lo que era de niño.
Antes veía oscuramente, pero ahora veo cara a cara.
Dios está llamando a los hombres,
preguntando lo mismo que preguntó a Adán en el Edén, cuando este se
escondió de él, tras haber comido del fruto prohibido: ¿Dónde tú estás?
¿Quién te enseñó?
Levántate en el lugar en que te
encuentras y créele a Dios, porque se va a desatar sobre tu vida el
llamado de Dios para ti y, cuando tú te pongas en orden, tu casa se va a
poner en orden, tus finanzas, tu familia, tus hijos.
La unción de Dios va a descender sobre
ti y vas a salir del estancamiento, no vas a escuchar más malas
noticias, no vas a escuchar más rechazo y menosprecio. ¿Te dejaron? ¿Te
abandonaron? Pues tú te vas a sacudir el polvo de tus pies, y te vas a
mover hacia adelante. Cree, en el nombre poderoso de Jesús, que viene
una nueva temporada para tu vida y que, por el poder de su palabra, se
desata el potencial de Dios en ti.
Cuando Dios te ve, no te ve como un niño
herido, como un niño maltrecho. Dios te ve como un hombre lo
suficientemente grande para llevar en tus hombros la autoridad y el
principado que él te ha dado.
Sé libre para hacer todo lo que Dios
quiere que tú hagas. Se acabó el llanto, las ataduras, se acabó la
parálisis, se acabó el estar – como David – detrás de las ovejas, sin
alcanzar el propósito de Dios para tu vida. Se acabó el no tener la
autoestima debida, todo porque no has podido comprar un carro, una casa.
El Dios al que tú le sirves ha estado llamando tu nombre, preguntando:
¿Dónde estás? Y ha dado la orden de que te saquen de detrás de las
ovejas porque, aunque otros te vean como un niño, él te ve como un
hombre y te ha llamado para alcanzar algo grande en tu vida.
Arreglar las cosas y ser libre de las limitaciones con las que el mundo te ha querido detener
A través de la historia, el ataque del
enemigo ha sido hacia el hombre, atándolo desde su niñez con el concepto
erróneo de lo que es ser hombre. Por ejemplo: los hombres no lloran;
no deben tener amistades serias; no deben mostrar sus emociones a sus
hijos y familiares; ir a la iglesia y adorar a Dios no es de hombre;
deben ser fuertes y no vulnerables; el hombre es el único proveedor del
hogar, etc.
¿El hombre debe proveer? Sí, pero el
hombre, delante de los ojos de Dios, es más que un cheque. Un hombre no
debe ser reducido a un número salarial. Un hombre es la imagen de Dios
aquí en la tierra y lo primero que los hombres deben entender es que
ningún sistema debe menospreciarte porque no puedas proveer más de lo
que puedes. Es verdad que hay que luchar y levantarse temprano para
trabajar, pero, de no poder hacer mucho más, no te sientas mal. Sigue
trabajando y creyéndole a Dios. Eres la imagen de Dios para tus hijos.
“¿Dónde estás Adán? ¿Quién te enseñó?”
Cuando Dios llegó al huerto, no buscó a la mujer, sino al hombre.
Desde el principio, el hombre está perdido en el propósito de Dios para
su vida. Y miles de años después Dios continúa haciendo la misma
pregunta: ¿Dónde estás Pedro, Roberto, Juan, José, Jorge, Luis, Edwin?
Cuando Dios encuentra al hombre, le hace
la otra pregunta ¿Quién te enseñó? ¿Quién te enseñó que ser hombre es:
pegarle a la mujer, ver pornografía, no amar como debe ser? ¿Quién te
enseñó a huir y esconderte? ¿Quién te enseñó a no aceptar tus errores y
echarle la culpa a la mujer? Es difícil encontrar un hombre que cometa
un error y acepte sus errores. Por lo general, el hombre busca a quién
echarle la culpa de sus malas acciones.
Cuando entiendas quién te enseñó, te
darás cuenta que estás repitiendo los errores de alguien que no es tu
Padre Celestial. Es entonces cuando podrás comenzar a corregir tu vida y
arreglar las cosas. Es necesario entender que Dios ha querido
posicionarte en el lugar correcto. Dios te ve como el mundo te ha
visto, pero, cuando el mundo vio tu potencial, te quiso limitar. Te ha
limitado por el abuso, por el maltrato en tu niñez, por la droga o por
el alcohol. Ese potencial en tu interior fue dañado por el enemigo que
te expuso a algo o alguien que limitó el potencial. El enemigo conoce
el potencial en tu vida desde tu niñez, por eso quiere limitarlo con
mentes lastimadas, mentes confundidas.
Desde que eras niño, Dios siempre te ha
visto como un hombre. En Hechos 13, Dios dice: Quitado Saúl me he
encontrado a un hombre conforme a mi corazón. Cuando Dios envía al
profeta a la casa del padre de David, Dios buscó a un hombre. Nadie
podía ver en el niño David el potencial de Rey. Cuando fue ungido, ya
Dios lo veía como un hombre rey.
Hombre, mírate como Dios te ve. Y, si
eres mujer, mira a tu esposo como Dios lo ve. Míralo como un hombre,
míralo como un rey. Cuando lo veas débil y querer rendirse, no le
reclames. Háblale, mirándole a los ojos, y dile: Tú puedes; lo vas
alcanzar; me pongo de acuerdo contigo creyendo. Declárale cómo Dios lo
ve.
La Protección por la Palabra de jesús
A
veces, ante las circunstancias del mundo, ante las cosas que vivimos,
nos sentimos impotentes. Pero una sola persona puede tener un importante
impacto en la protección de toda una familia.
Raab,
en el libro de Josué, capítulo 6, era una prostituta. Cuando Josué
envió espías a Jericó, que era la primera ciudad que conquistarían, esta
mujer se encargó de proteger a los espías. Por esto, ellos le
prometieron que ella, y todos los que estuviesen en su casa, serían
protegidos, cuando ellos entraran a tomar la tierra. Todo lo que ella
tenía que hacer era poner un cordón de grana en su ventana, un cordón
rojo, que simboliza la sangre de Cristo.
Mientras
el pueblo de Israel daba vueltas alrededor de la ciudad amurallada,
veían en una de las ventanas un cordón de grana, y todos sabían que no
podían tocar a nadie que estuviese dentro, sino que todo el que
estuviese dentro estaría a salvo.
En
Josué 6, dice que solamente Raab, la ramera, viviría, con todos los que
estuviesen en casa con ella. Dice, además, que viviría por cuanto
escondió a los mensajeros que Josué había enviado. En esta ocasión, no
se usa la palabra “espías”, sino “mensajeros”. Moisés envió espías y
tuvo problemas. Josué envió mensajeros. Tenían una actitud diferente,
una visión diferente, una manera de pensar diferente. Y esta mujer
escondió los mensajeros en su casa. Los mensajeros de lo que Dios iba a
hacer fueron escondidos en su casa, y todos los que estaban en esa casa
fueron cuidados, guardados.
Cuando
tú te encargas de proteger el mensajero, el mensaje que llega a tu
casa, a tu vida, Dios se encarga de proteger a todo el que esté
alrededor tuyo.
Una
mujer soltera, por proteger a aquellos que llevaban el mensaje, por
permitir que aquel mensaje fuera llevado al lugar correcto, logró que
ella y toda su casa fueran cuidados. Por causa de tu fe, tu familia
completa puede ser protegida, cuidada, guardada, transformada, por el
poder de la palabra de Dios.
Protege
el mensaje que está saliendo, y tu familia completa será cubierta y
protegida por esa palabra. Hay poder en tus decisiones, en lo que tú
haces, y puedes transformar toda tu casa, en el nombre poderoso de
Jesús.
De la Simiente de la Mujer
Según la lectura en Marcos 3:27, no
puedes entrar a la casa de un hombre fuerte y destruir su casa, si
primero no lo atas. No importa la fuerza ni la sabiduría del hombre, si
está atado, el enemigo podrá destruir su hogar.
Esto es un principio espiritual de lo
que Cristo vino a hacer a la tierra entre nosotros. Él vino a atar al
hombre fuerte, para entonces destruirlo.
Esto también lo podemos ver en nuestros hogares en el día de hoy.
A través de la historia del mundo, la
figura masculina ha sido atacada más de lo que la gente puede pensar. En
años anteriores, ha existido grandes movimientos de liberación
femenina, provocados por el abuso hacia la mujer, porque no hay hombres
que hayan sabido ser hombres.
El hecho de que una mujer sea libre, no
va a cambiar el que un hombre mal tratante quiera abusar de ella. La
maldición que se estableció al principio de la tierra fue que el hombre
se enseñorearía de la mujer. Por eso, la verdadera libertad de una mujer
se encuentra en que el hombre que esté a su lado sea libre; libre para
ser todo lo que Dios quiere que el hombre sea.
La herida más grande de una mujer es que
su esposo e hijos estén atados en pobreza y maldición. El peor ataque
que una mujer puede recibir es estar en amargura porque los hombres de
su vida están sufriendo. El problema ha sido que, a través de la
historia, las damas no han percibido el ataque que existe en contra de
la figura masculina.
La mayoría de los crímenes y muertes son
de hombres, de jovencitos siendo asesinados. Las noticias siempre
resaltan la muerte de una mujer, pero por cada mujer que es asesinada
mueren 15 varones que nunca alcanzaron su potencial. Jóvenes que se
fueron a la calle tratando de encontrar lo que no encontraron en el
hogar.
Se necesita más gente que traiga estos
jóvenes a Cristo, para sacarlos de la calle. Tenemos que ir a buscarlos
porque nuestra generación de varones se pierde.
Pero la historia simplemente se repite.
La primera muerte en la biblia fue la de
un hombre, Abel. En Egipto, uno de los peores decretos fue matar a todo
varón menor de 2 años y luego sucedió lo mismo para el nacimiento de
Jesús. Ha sido tanto el miedo del diablo por lo que Dios quiere hacer en
la vida del hombre que no le permite alcanzar su juventud, matándolo a
temprana edad.
El enemigo sabe que Dios dijo que de la
simiente de la mujer saldría uno que le aplastaría la cabeza. Por esto,
el ataque del enemigo ha sido contra el hombre, para que ninguno ponga
la semilla correcta en la vida de una mujer. El enemigo sabe que, si hay
un hombre libre en una casa, la simiente correcta se levantará en una
familia y será libre la mujer, sus hijos y toda la sociedad.
Tus palabras deben ser utilizadas para definir a tu familia
Una de las preguntas más grandes que se
hace el hombre en su vida es: ¿Quién soy yo? Esta pregunta se supone la
contesten nuestros padres; ellos son los que forman la imagen de Dios en
nosotros.
Es triste que el hombre pase toda la
vida sin saber quién es, por causa de su familia. ¿Por qué hay tanta
gente buscando quiénes son toda la vida? Porque nadie ha definido su
identidad, conforme a la imagen de Dios y a lo que él ha dicho que deben
hacer y alcanzar. Para saber quién eres, alguien debe enseñártelo.
En Génesis 27:30-32, Esaú fue a buscar
la bendición que su padre ya le había dado, por engaño, a Jacob. En ese
momento, Isaac le pregunta a Esaú: ¿Quién Eres? Imagina su frustración;
debe ser doloroso para un joven que su padre le pregunte: ¿Quién eres
tú?
En el verso 34, dice: Cuando Esaú oyó
las palabras de su padre, clamó con una muy grande y muy amarga
exclamación, y le dijo: Bendíceme también a mí, padre mío.
Todo el que está perdido hoy día, clama
de la misma manera: Bendíceme a mí también. El que está perdido, en
amargura, en depresión, en tristeza pide bendición porque no hay alguien
que sepa quién es. Pide bendición por que no existe alguien que le dé
una palabra de bendición, para finalmente dejar de compensar y tratar
de comprar lo que es, simplemente porque no se conoce.
El problema que existe en la familia,
con los hijos, los solteros, los casados, los viudos, los divorciados,
no importa en la relación que se encuentre, es uno de definición de
identidad.
La batalla que hay alrededor del mundo
es para cambiar la imagen de Dios en nosotros. El mundo quiere
influenciar en nuestros hijos a través de los amigos que quieren moldear
sus ideas, cuando tú tienes una idea clara de lo que Dios quiere para
ellos. Una esposa se deja convencer por amigas, por familiares, por
amistades y comienza a cambiar la percepción de su esposo sin darse
cuenta, por lo que otros dicen. Lo mismo sucede con los esposos.
La gente comienza a ser influenciada
bajo las imágenes incorrectas. Vemos que la televisión comienza a
definir lo que es una familia moderna y las cosas que deberían aceptarse
como común, como normal, en el día de hoy. Lo que es normal para otros
no quiere decir que sea normal o aceptable para ti. Tiene que haber
gente que se pare firme en su casa, que entienda lo que Dios quiere
hacer en su vida y que pueda transmitirlo correctamente a toda su
familia.
Tú eres la que debería estar diciéndole a
tu esposo lo grande que es aunque sea un vago, porque si no lo dices tú
alguien más lo hará. No hace falta tener un cuerpo bonito, ni mucho
dinero para ganarse el corazón de alguien. Para ganarse el corazón de
alguien solo se necesitan las palabras correctas de la persona
incorrecta, porque está detrás de algo que no le pertenece.
Entiende que, si no les dices a tus
hijos cuánto los amas, quiénes son ellos para Dios y para ti, alguien se
va a encargar de decírselo y esa es la imagen que va a permanecer en el
corazón. Entiende que nadie debe definir a los tuyos; solo tú puedes
hacerlo. Tus palabras deben ser utilizadas para definir a tu familia.
Ayuda a levantar una generación con definición y propósito en Cristo Jesús
Una generación como Esaú es aquella que
vive errante toda su vida, buscando satisfacción en aquello que puede
alcanzar por sus propias fuerzas.
Algunos estudiosos de la biblia dicen
que Esaú siempre estaba en el campo, fuera de su casa, a distancia,
porque era un hombre que se dedicaba a la caza. Tenía que matar y
luchar para comer. Jacob, su hermano gemelo, se crió dentro de la casa
de sus padres y solamente criaba para poder comer. Un hijo que se crió
escuchando a su madre decirle que él era el escogido de Dios, como se lo
había dicho cuando los tenía en el vientre. Cuando su padre fue a dar
la bendición, Esaú llegó tarde, pues se encontraba fuera de la casa.
Lamentablemente, hoy día también hay
personas, generaciones, que se encuentran como Esaú. No se criaron en
la casa de Dios, sino que tenían que luchar y sacrificarse afuera para
poder comer y vivir y, cuando llegan a la casa no tienen alguien que les
diga quiénes son y lo que Dios quiere hacer con ellos. No importa si
cazas el venado más grande, si cuando regresas a tu casa no hay quién te
diga quién eres, sino que hay un vacío en el interior y continúas
buscando a alguien que te bendiga.
No podemos negar esta realidad, pero hoy
en día Dios te ha traído a la casa para bendecirte, decirte quién tú
eres y lo que quiere hacer contigo. No importa cómo hayas llegado a la
casa de Dios, hay algo grande para ti y los tuyos. Es él quien te dice
que no importa lo que hayas cazado, eres especial y tiene complacencia
contigo.
Es importante esto porque no importa la
composición de tu círculo familiar, Dios tiene propósitos contigo. Dios
quiere definir quién tú eres. Cuando Dios quiere desatar Su propósito
en tu vida, envía a alguien que te lo diga.
Es tu responsabilidad enseñarle esto a
los tuyos. A lo mejor eres soltero y no tienes hijos, pero, como
Mardoqueo que le hablaba a Ester lo que Dios quería hacer con ella, con
una palabra correcta que tú le digas a los que te rodean, impactas a
toda una nación. Déjale saber a todos los que te rodean quiénes son en
Cristo Jesús. Define a tus hijos, sobrinos, primos, nietos, vecinos,
compañeros. Diles que Dios les ama y tiene propósito con ellos. Que
aunque estén fuera de la casa, como el hijo prodigo, de repente
recuerden que son hijos y pueden regresar a la casa de Su padre
Celestial.
Como Esaú, ese es el clamor de la gente
que lucha y lucha, pero hay un vacío en el interior y buscan a alguien
que les bendiga. Sé parte de una generación que marca a aquellos que le
rodean. Ayuda a levantar gente con definición y propósito en Cristo
Jesús.
Pelea tus batallas para que tus futuras generaciones no tengan que enfrentar tus enemigos
Hay personas que responsabilizan a sus
padres por sus fracasos. Aunque sí existe la influencia paternal y
maternal en nosotros, es importante que entendamos lo que dice la
palabra con relación a esto.
Dice en Éxodo 20:5, que Dios visita la
maldad de los hijos sobre los padres, hasta la tercera y cuarta
generación de los que le aborrecen. Pero, en el verso 6, Dios dice: Y
hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis
mandamientos.
Según esta escritura, hay un grupo que
está bajo las consecuencias de los errores, de las decisiones de sus
padres; pero hay un grupo que alcanza misericordia. Para ti no debe
aplicar el verso 5, sino el 6. Tú debes estar en los que alcanzan
misericordia ante Dios.
¿Quiere esto decir que Dios hace a los
hijos responsables de las decisiones de sus padres? No. Con este
principio, Dios no está diciendo que él va a hacer que tus hijos paguen
por las cosas que tú hiciste; o que te va a hacer pagar a ti por los
errores de tus padres, tus abuelos y bisabuelos. Esto no quiere decir
que tengas que luchar con los errores de otros y que Dios se vaya a
desquitar contigo lo que tus generaciones pasadas hicieron. Ese no es el
Dios al que le servimos.
Entonces, ¿por qué tercera y cuarta
generación? Cuando Dios dice que visita la tercera y cuarta generación
es porque un hombre, por lo general, puede ver hasta la segunda, tercera
y cuarta generación. Y Dios dice: Si no te arrepientes, tú vas a ver lo
que va a pasar hasta la segunda, tercera y cuarta generación.
El verdadero dolor de una persona es por
sus generaciones. Aquellos que tienen hijos, nietos, pueden
identificarse con esto. Lo que les pasa a ellos, lo sufren. Y Dios dice,
no que él vaya a desquitarse con tus generaciones, sino que tus
decisiones afectan tus generaciones, y tú lo vas a ver. Aquellos que
pecan, si no se arrepienten, si no alcanzan misericordia, si no buscan
misericordia, verán cómo sus decisiones afectan a la tercera y cuarta
generación. Y no hay peor paga de un pecado, que ver cómo tus hijos y
tus nietos viven las consecuencias de tus malas decisiones.
Tú no fuiste llamado para vivir para una
sola generación. Dentro de ti hay generaciones completas. Dentro de ti
hay naciones completas. Tus hijos son herencia de Dios, son un
privilegio que Dios te ha dado, y tus decisiones hoy están marcando sus
vidas.
Si cometiste algún error, ten la
capacidad, la valentía de enmendarlo, de hacerlo mejor, de tomar nuevas
decisiones para liberar el corazón de esos jóvenes y puedan saber
quiénes son en Cristo Jesús. Los enemigos que te ha tocado a ti
enfrentar, tienes que destruirlos porque, de lo contrario, tus hijos
tendrán que pelear contra ellos. Cada generación debe pelear sus propias
batallas, porque no hay recompensa en pelear los enemigos del pasado.