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Comienzas a creer en las promesas de Dios sobre tu vida

Romanos 4 nos habla acerca de cómo vivir una vida de fe, por encima de nuestras circunstancias, usando como ejemplo al padre de la fe: Abraham. Abraham no se debilitó en la fe; no consideró el estado de su cuerpo ni la esterilidad de su esposa, Sarah, sino que creyó a la promesa de Dios, por encima de estas cosas.

En Génesis 22, Dios le pide a Abraham que le entregue a su hijo, el hijo de la promesa, aquel que se había tardado 25 años en manifestarse. Y Abraham se encaminó para entregar a Dios lo que pidió. Ese es el grado de fe al que debemos llegar como creyentes, para poder vivir y experimentar de Dios aquello que solo un pequeño grupo de personas experimenta.

Cuando vas a la casa de Dios, te expones a la palabra y Dios comienza a levantar expectativas en ti, comienzas a esperar cosas nuevas, te das cuenta que hay nuevos niveles para ti, que hay paz, que se puede cambiar. La palabra de Dios llega a tu vida, y tus sentidos comienzan a despertar. Sueños comienzan a levantarse en tu corazón, y te das cuenta que lo que estás viviendo no es el final.

Pero, mientras vas madurando en el Señor, te das cuenta que hay un próximo nivel, más allá de la mera expectativa producida por una palabra: El nivel de las promesas de Dios. Es entonces que comienzas a creer en las promesas de Dios sobre tu vida. El detalle está en que la promesa de Dios se hace real, cuando tu vida está en las peores circunstancias.

Dios le da una palabra a Abraham: Vete de tu tierra y de tu parentela, a la tierra que te mostraré; y se despierta expectativa en Abraham, y sale Abraham, sin saber a dónde, todo porque oyó una palabra. Ahora, llegó un momento en que se encontró con Melquisedec, quien le dice: Dios te va bendecir, por encima de lo que has pensado; si crees que lo que tienes hoy, es todo lo que Dios te va a dar, prepárate, porque viene algo más grande para tu vida. Pero ahora, Abraham dice: ¿Cómo va a ser esto, si no tengo hijo? Es entonces que Dios le promete un hijo.

En adelante, Abraham no caminaría por una palabra, sino por una promesa. Ahora no estaría pendiente a la tierra, a tener más posesiones, porque ya tenía todo esto; Abraham estaría pendiente a la promesa. Veinticinco años esperando una promesa. Todo lo que hacía era basado en una promesa de Dios y, mientras más se complicaba su vida, más cercano estaba el cumplimiento de la promesa.

La promesa de Dios no se cumple en tus mejores circunstancias. La palabra de Dios se cumple en todo tiempo en tu vida; la palabra de Dios te saca de donde tú estás para mostrarte el nuevo futuro que Dios tiene para ti, pero, cuando tú comienzas a caminar en ese futuro, te das cuenta que Dios tiene cosas más grandes para tu vida, y tu vida se comienza a complicar, y no hay congruencia con lo que Dios te está diciendo que va a hacer y lo que estás viviendo; ya no es una palabra lo que te sostiene, ahora es una promesa.

Dios te lo prometió, y se va a cumplir. Cuando peor se ven las cosas, es cuando más cerca está el cumplimiento de la promesa de Dios, porque la promesa de Dios solo puede cumplirse, cuando tú no puedes hacer nada para cumplir la promesa de Dios, porque no fuiste tú quien prometió, sino que fue Dios quien prometió que lo iba a hacer en tu vida y, cuando ya tú dices: No hay más nada que pueda hacer, solo me queda creer; prepárate, porque la promesa está más cerca de cumplirse de lo que tú jamás habías pensado.

Si hoy dices: Ya no hay más nada que yo pueda hacer; entonces dale gloria a Dios, porque ahora te puedes quitar del camino, y dejar que Dios haga lo que él dijo que él iba a hacer en tu vida.
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Oro para que estas palabras se hagan realidad en ti

Cuando has decidido dejar de creer, de tener expectativa, y no tienes propósito en tu vida, es porque has dicho que lo que estás viviendo hoy es el último lugar en el que te vas a encontrar.  Hay gente que lamentablemente vive, simplemente, en el lugar de su zona de comodidad.  Esa gente vive diciendo que están bien donde están, con su trabajito y sus cositas, pero siempre con ese sentido que les dice que pudieron haber hecho más, que podrían estar haciendo más.

¿Por qué no lo hacen? Porque saben que el día que se comprometan a satisfacer lo que está dentro de ellos, sabiendo que probablemente es Dios diciéndoles que no ha terminado con ellos, tienen que salir del lugar de comodidad en que se encuentran y van a tener que arriesgarse a vivir en incertidumbre, con la presión que viene para las emociones y para la mente, con la presión que traerá a sus vida.
Los capaces de soportar esa presión son los que pueden alcanzar vivir una vida sin límites. Así que ve por más.
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Dios quiere hacer algo grande en tu vida

En Josué 3, podemos ver que  Dios levanta a Josué como líder a dirigir al pueblo de Israel hacia la tierra prometida.  Era un pueblo de jóvenes que había nacido en el desierto, por lo que no conocía de Egipto.  Dios le da instrucciones a Josué para conquistar la tierra prometida, y Josué les dice: Vamos a ver cosas grandes en el día de mañana; vamos a ver cosas que nunca habíamos visto.

Podemos apreciar dos detalles claves en las instrucciones de Dios para el pueblo: Sigue el arca del pacto; y santifícate.  ¿Por qué esas dos instrucciones?  Porque por el lugar al que iban a pasar, nunca lo habían caminado.  Ya habían oído las historias de sus padres, de cómo Dios abrió el Mar Rojo delante de ellos, pero ellos no habían tenido la experiencia de ver a Dios obrar de esa manera.

Dios los prepara, diciéndoles: Van a comer comida que nunca antes han comido y caminarán por un lugar que no conocen.  Es importante entender que, cuando vas para una etapa desconocida, no sabes cómo vas a reaccionar.  Hay quienes les da temor o ansiedad salir de la zona de comodidad, y prefieren no entrar a lo desconocido.

Hay quienes son incapaces de soportar el estado de incomodidad que causa el moverse a los cambios que Dios va a hacer en sus vidas, y prefieren quedarse en el lugar donde están y seguir dando vueltas y vueltas en lo conocido, en vez de permitirle a Dios que les abra un nuevo camino.

La gente que quiere experimentar lo que nunca antes habían vivido y entrar a lo nuevo de Dios, hace dos cosas: 1. Seguir el pacto; y 2. Santificarse.

Seguir el pacto es mirar a dónde Dios se está moviendo, qué Dios está haciendo.  Quien no mira lo que Dios está haciendo, vive con temor, pendiente a lo que las noticias hablan y a lo que el gobierno está haciendo.  El problema está en que, mientras estés pendiente a lo que el mundo está haciendo, el arca del pacto puede estar pasando delante de ti y puedes perder la oportunidad que está abriendo a lo nuevo de Dios en tu vida.
Deja de estar pendiente a lo que el mundo está diciendo y mirando lo que el mundo está señalando, porque Dios está señalando para el lugar donde te quiere llevar.  Declaro que la percepción espiritual se abre en tu vida y podrás ver a Dios abriendo camino.  La meta es la tierra prometida, pero te mantendrás mirando la presencia de Dios y dejándote dirigir.

Santifícate no es solamente dejar el pecado, sino también saber que Dios te ha separado con un propósito.  La gente peca, porque no sabe que ha sido separada con propósito.  Santifícate, sepárate para Dios; ahorra, planifícate, haz ejercicio, prepárate para lo nuevo que Dios tiene para ti.  Si no te separas, no podrás ver por dónde camina la presencia de Dios, abriendo camino, y te quedarás dando vuelta en el desierto.
Es verdad que estaban cómodos recibiendo maná del cielo, pero sabían que la tierra que fluía leche y miel estaba al otro lado.  Enfócate en la presencia de Dios y sepárate.  Comienza a prepararte al nuevo “yo” que Dios quiere hacer en tu vida.

Arregla tu vida, cambia de horarios, de amistades, de lugares y hazlo creyendo que Dios hará maravillas en tu vida.

Enfócate en la presencia de Dios, sepárate para El y verás como abre camino donde hoy no lo ves.
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Tu fe no puede menguar

Cuando Cristo llega a la tumba de Lázaro, Marta le sale al encuentro y le reclama, diciendo: Si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto. Pero, en el próximo verso, hace una declaración poderosa: Pero sé que cualquier cosa que le pidas al Padre, él lo va a hacer. Marta estaba en una situación en la que no quería estar; hubiera preferido que hubiera pasado de otra manera, pero todavía creía.
Si enfrentas alguna situación difícil, seguramente hubieras preferido que todo sucediera de otra manera. Preferirías no haberte ido a quiebra, hubieras preferido que no te hubieran despedido del trabajo, hubieras preferido no haber perdido la casa, pero lo importante es que te mantengas creyendo.
El problema de los creyentes es que, cuando entran en zonas fuera de su zona de comodidad, dejan de creer, porque se ajustan a lo que prefieren.
Si no está esta batalla de la fe, esta batalla que se trata de creer a pesar de tus circunstancias, es porque lo que estás viviendo es lo que tú has aceptado como tu destino final.
La batalla más grande que tiene el cristiano, no es contra el diablo. Tu batalla más grande es que tu circunstancia no es congruente con la palabra que Dios te ha dado.
¿Cómo salir de tu zona de comodidad? Creyendo.
No aceptes las circunstancias presentes como lo último que vas a vivir, sino que decide seguir creyendo, a pesar de las circunstancias, porque es si crees, que entonces verás la gloria de Dios.
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Créele a Dios

  El Salmo 23:4-5 dice:
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;

Delante de la gente que te odia,  que no quiere que tú prosperes, ahí  es donde Dios ha dicho que te va a bendecir,  Delante de aquellos que no quieren saber de ti, y de aquellos que piensan que no lo puedes lograr, a ellos es que Dios le va a demostrar que las palabras que él te dio se van a cumplir.
¿Estás dispuesto a vivir fuera de tu zona  Hasta que se cumpla la palabra.
¿Cuándo se va a cumplir la palabra? Cuando tú la creas y llegue el momento de Dios. Se va a cumplir lo que él prometió, porque la biblia dice que ninguna palabra que sale de su boca va a tornar atrás vacía, sino que cumplirá el propósito con el cual Dios la envió.
Recibe esta palabra en esta hora.  Créele a Dios.
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Tú deberías depender de Dios

En Nehemías 2, vemos que Nehemías se entristeció por el estado de destrucción en que se encontraba Jerusalén, ciudad de sus padres. Al ver esto, el rey Altajerjes preguntó a Nehemías que deseaba, a lo que Nehemías respondió: Envíame, y reedificaré.

Dios no envió a Nehemías. Nehemías dijo: Envíame a mí. A Nehemías le importó.

Y el rey envió a Nehemías, proveyéndole todo lo necesario para completar lo que se había propuesto. Pero a Sanbalat y a Tobías les molestó que alguien viniese a procurar el bien de los hijos de Israel. Aun así, Nehemías logró animar al pueblo a esforzarse; dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Entonces, Sanbalat y Tobías insinuaron que aquello era un acto de rebeldía ante el rey, a lo que Nehemías respondió: El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria en Jerusalén.

Todo esto ocurrió, porque a un hombre –a Nehemías– le  importó. Y a ti, ¿te importa?
Ya sea que Dios te envíe o que tú te pongas a la disposición de él para hacer algo, si te importa, el Dios de los cielos, él te va a respaldar, y eso incluye el financiamiento del sueño. Y todo el que te critique, todo el que te diga que no lo vas a poder lograr, que no lo vas a alcanzar, no tiene parte, no tiene derecho, ni tiene memoria en tu vida.


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Tú sabes que Dios quiere algo más grande para ti

En el Salmos 23, David dice: Jehová es mi Pastor, nada me faltará. David está diciendo que Dios es su guía hacia aguas de reposo, lugares de delicados pastos. Dice que Dios le dirige por sendas de justicia, pero luego dice: Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. Esto es contradictorio.
Si Dios le guía por sendas de justicia, ¿cómo anda en valle de sombra de muerte? Pero es que, no importa las circunstancias, negativas o positivas, con las que te encuentres en el camino, es necesario que no pierdas de vista que, en todas ellas, es Dios quien te guía.
Cuando estás fuera de tu zona de comodidad, es cuando la presencia de Dios se hace más real en tu vida.
Cuando Dios te dice que va a hacer algo contigo, nunca tus circunstancias son congruentes con lo que él ha dicho que ha de hacer. Ese es el verdadero reto de vivir fuera de tu zona de comodidad. Tienes que saber que no se trata de ajustarte a las circunstancias, sino que las circunstancias se tienen que ajustar a la palabra de Dios.
Si no hay una batalla hoy entre lo que Dios ha dicho y tus circunstancias, es porque has creído que lo que tienes es lo único que vas a tener.No te conformes con tus circunstancias, pero que tu insatisfacción venga de que tú sabes que Dios quiere algo más grande para ti.
No pierdas la fe, la expectativa, el sentido de propósito, el sentido de destino. Si no existe esta batalla en tu vida, los has perdido. Y, cuando tus circunstancias son contrarias a lo que Dios te ha prometido, entonces, lo que estás viviendo, no es lo último que Dios tiene para tu vida… si crees.
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Puedes alcanzar niveles mas grandes, si solo te atreves a ir mas allá

Hay personas que deciden y dicen: No me voy a lamentar ni a quejar por la situación que tengo; me voy a obligar a ir más allá. Pero, para llegar a extender nuestro espíritu, no tenemos que llegar a una situación límite, porque el espíritu del hombre de por sí es un espíritu conquistador.
Si miras la biblia, te darás cuenta de que Dios siempre ha provocado al hombre a esforzarse, a ir más allá, a obligarse a ir a otro nivel. La NASA es un ejemplo del hombre querer conquistar el espacio, de ir más allá de los límites que ve y llegar a otra dimensión.
Cuando se trata de la NASA, la gente critica lo que hace el gobierno y preguntan: ¿De qué sirve ir al espacio? ¿De qué sirvió ir a la luna?  Tanto dinero que se gasta, que se invierte, ¿para qué sirve eso?
Rusia y Estados Unidos se hicieron las 2 potencias más grandes del  mundo, por el deseo de ir a la luna.  Fue la competencia de enviar a alguien a luna, lo que hizo que estas 2 naciones buscaran todos sus recursos, y eso fue lo que los hizo potencias mundiales. Imagina a qué nivel podrías llegar, si te atrevieras a alcanzar más allá de los límites que tienes en el día de hoy.
Se dice que hay 30,000 aplicaciones o inventos que han cambiado nuestra vida, que han sido producto, de alguna manera u otra, de los esfuerzos de la NASA por explorar el espacio al espacio.  Con el deseo de llevar al hombre a la luna, la NASA tuvo que crear un sinnúmero de cosas que han afectado positivamente nuestra vida. Quizás con la foto de la luna o del hombre en la luna tú no comes, no te añade algo más a ti, pero todos los inventos que ha habido a causa de eso, como el “barcode” y los pañales desechables, sí han cambiado tu vida. El ir a la luna ha hecho más por ti que lo que pensabas.
¿Qué es lo que vas a descubrir de Dios y de ti, simplemente por intentar romper el límite que has tenido en tu vida? No se trata de ir a la luna; nada más con el invento de hacer algo más grande, vas a descubrir cosas de Dios y cosas de ti que, de otra manera, no hubieses descubierto.
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Tú tiene que creer en aquel que tiene una palabra para liberarte jeús

El espíritu del hombre, por naturaleza, es un espíritu conquistador.  Algo dentro de nosotros nos dice que nuestra vida puede ser mejor.  Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, vemos cómo Dios siempre está provocando al hombre a creer por más:Extiéndete a la derecha; extiéndete a la izquierda; todo lo que pisare la planta de tus pies será tuyo; crece, prospera; multiplícate; pídeme y te daré por herencia las naciones.

Podemos ver que el hombre en su espíritu de conquista ha logrado llegar hasta la luna.  Rusia y Estados Unidos se hicieron las dos potencias más grandes del mundo por el deseo de ir a la luna.  También podemos ver que por este deseo del hombre de ir a la luna, hay 30 mil aplicaciones o inventos que usamos hoy día, que son producto del deseo del hombre de ir a la luna.  Por ejemplo, el sistema GPS, los pañales desechables, las herramientas inalámbricas, comida deshidratada, etc.  ¡Imagina las cosas que descubrirías de Dios y de ti mismo, si te decidieras a ir por más!  Cosas que no pensamos ni creemos podemos lograr, y simplemente por el deseo de ir por más, descubriremos que podemos.

De Génesis a Malaquías podemos ver que la tierra gemía por el Mesías. Cristo vino, no para ser una excepción, sino para ser ejemplo de una vida sin límites.  Desde que Cristo murió y resucitó, la tierra está gimiendo por la manifestación de nosotros los hijos de Dios.   La biblia dice que la tierra tiene dolores de parto por ver la manifestación de esa generación que continuará lo que Jesucristo comenzó.  Es una generación sin límites, sin barreras, que conoce, admira y celebra lo que Cristo hizo y vive sus palabras de que cosas mayores haremos en la tierra.

A Cristo no le molesta que rompamos los records que él hizo.  Hay muchas maneras de hacerlo, por ejemplo, multiplicó los panes y los peces para dar de comer a una multitud, tú y yo podemos orar para que Dios nos prospere y podamos suplir comida a miles.  Cristo viajó en barco, ¿cuánto más tú y yo podemos alcanzar a miles y miles ahora que existen muchos medios de transportación?  Las posibilidades que tenemos hoy día son milagros para poder vivir sin límites.  También los medios de comunicación son milagros y nos permiten predicar por todo el mundo.

Hacemos cosas más grandes de las que se hacían en el pasado, lo que sucede es que las vemos tan naturales que no nos damos cuenta.  El problema está en que la gente, en vez de orar por una meta o por un sueño, ora simplemente por una necesidad.  El día que comiences a soñar por lo grande de Dios, olvidarás tus necesidades.  Si esperas que la necesidad se supla para comenzar a creer, estás limitando el poder de Dios en tu vida.

En Hechos 17:6, un grupo de judíos que no creían, procuraban sacar de la ciudad de Tesalónica a Pablo, Silas, y todos los que se juntaron con ellos.  Para esto, los llevaron frente a las autoridades, gritando: Estos que trastornan el mundo entero han venido acá.  Los cristianos, debemos atrevernos a creer por cosas más grandes.  Dios está buscando gente que diga: Vamos a trastornar y cambiar el mundo.  Gente que crea que los lugares a donde vayan no pueden quedarse igual.

Cosas más poderosas y más grandes que Jesús hizo, haremos nosotros sus hijos y la tierra está esperando por esta manifestación.  La expectativa del mundo no es por Cristo, sino por la obra de Cristo a través de nosotros.  Cuando nos vean liberados al grado de sobrepasar los límites, muchos confesarán a Jesucristo como su Salvador personal.
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Tu vida cambia cuando dejas de creerle al que dice que vas a quedarte estancado

Cuando Saulo perseguía la iglesia en Samaria, Felipe predicaba y muchos paralíticos sanaron, y personas con espíritus inmundos fueron liberadas. Ahora, imagina una ciudad donde haya muchos paralíticos. Si esa es la descripción de la gente, imagina la condición de la ciudad.

Felipe está en Samaria, lugar del que Cristo había dicho en una ocasión, de camino a Galilea: Me es necesario ir a Samaria. Allí se encontró con la mujer samaritana, la que había tenido 5 maridos, y el que tenía no era suyo. Jesús cambió la vida de aquella mujer, y esta, luego de recibir salvación, trajo a toda aquella ciudad a los pies de Cristo. Una mujer hizo que aquella ciudad se convirtiera y, luego de un tiempo, un hombre tenía engañado a toda aquella ciudad.

Dice la palabra que había un hombre llamado Simón, que anteriormente practicaba la magia en aquel lugar, y ahora engañaba a los habitantes haciéndose pasar por algún grande. Dice la palabra que todos le oían, convencidos de que aquello era poder de Dios.

Pero, cuando creyeron a Felipe, que predicaba el evangelio, dice la escritura en Hechos 8:12-13, se bautizaban hombres y mujeres, y también creyó Simón mismo. Se convirtió el hombre que tenía el control sobre toda aquella ciudad.

La palabra no dice que creyeron en Dios. No se puede creer en Dios, si primero no se cree en un hombre. Todo lo que hace falta para que toda una ciudad cambie, es que deje de creerle a la persona que le tiene atada, y crea a otro que tiene una palabra para liberarle.

En ocasiones, sin darnos cuenta, hemos estado atados por la “magia” de alguien, y vivimos la vida paralíticos, detenidos porque en nuestra vida ha habido alguien demasiado grande que está deteniendo nuestro progreso, deteniendo lo que somos en Cristo Jesús.

Es triste que otro controle la vida de alguien. ¿Tendrás tú un Simón controlando tu vida? ¿Alguien que, cada vez que vayas a hacer algo grande, recuerdes sus palabras? Y entonces nos quedamos encerrados, paralizados. Y, a veces, comenzamos a ceder a la inmundicia, al pecado. Cuando comienzas a tornarte propenso al pecado, es porque hay alguien que, con su arte, está controlando tu vida.

Tu vida cambia cuando dejas de creerle al que dice que vas a quedarte estancado para siempre, que nunca lo vas a lograr, y comienzas a creer en aquel que dice: Se puede, lo puedes lograr, lo puedes hacer, podemos cambiar nuestra casa, podemos transformar nuestra nación, puedes salir de donde estás.
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La presión de la expectativa no deben causar miedo en tu vida

En Mateo 25:14, en adelante, Jesús narra a sus discípulos la parábola de los talentos. En esta parábola podemos ver que no todo el mundo es capaz de enfrentar la presión de la expectativa. Se esperaba que el siervo infiel se multiplicara, que creciera; pero no pudo aguantar la presión de lo que se esperaba de él, sino que esto causó temor en su vida.

A través de toda la biblia, siempre ha sido el deseo de Dios que el hombre crezca, se multiplique, prospere. Ningún hombre o mujer en la biblia fue llamado por Dios para quedarse de la misma manera. A todos, Dios les dice: Expándete, crece, multiplícate, haz algo más grande con tu vida, pídeme, alarga tus estacas, extiende tus tiendas, crece, porque no vas a ser avergonzada.

Después de cuarenta años, Dios se cansó de que el pueblo siguiera dando vueltas, y dijo: Yo no te saqué de Egipto, haciendo mis mejores milagros, para que te quedes aquí dando vueltas. Acaba y sal de este monte, y muévete para el lugar donde yo te dije. Y le dice a Josué: Todo lo que pise la planta de tus pies, será tuyo, te lo entrego.

Dios siempre ha puesto presión para que el hombre crezca, pero no todo el mundo quiere esa presión, porque no todo el mundo aguanta la presión de lo que se espera. Si no quieres presión, no leas estos mensajes. Este ministerio espera que tú hagas algo con tu vida. Se espera que el año que viene, hayas crecido y creas por algo más grande.

Si crees que se espera demasiado de ti, deja que Dios arregle cuentas contigo; deja que Dios te pregunte qué has hecho. La biblia dice que, después de mucho tiempo, el señor regresó; le dio el tiempo suficiente, y su siervo lo que hizo fue dejarse llevar por el miedo.

 Muchos quisieran ver que Jesús dijera que se le dio otra oportunidad, pero no. Si el siervo sabía que su amo recogía donde no había esparcido, entonces perdió la oportunidad. Se le dio suficiente tiempo.

Hay gente que está pasada de tiempo. Ya es hora de que te levantes, de que cambies. Tu familia, tu iglesia, tu jefe, tu empresa, demandan, esperan mucho de ti. Pero, ¿de quién van a demandar? ¿Del vecino?

La presión de la expectativa no debe causar miedo en tu vida. Dios espera que haya más en tu vida. Si quieres un nuevo nivel, Dios espera más de ti. Si quieres algo nuevo en tu vida, Dios espera más de ti; así que, aprende a aguantar la presión.
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quiere cambiarte de posición, y ponerte en un nuevo nivel

Hay quienes no van a la iglesia porque saben que, cuando vayan, Dios va a demandar más de ellos porque, en el momento que Dios te da revelación, no hay más excusas. Pero esta gente pasa por alto que, la revelación que Dios te ha dado en el día de hoy, no es tan solo para demandar más de ti, sino que es también para llevarte a otra dimensión, para llevarte a otro nivel.

 Mientras más revelación tienes, menos excusas tienes. Si conoces, no hay excusa.

En Lucas 12, Jesús narra varias parábolas a sus discípulos; entre ellas, la parábola del siervo diligente. Dice que, el siervo al cual su señor, a su regreso, encontrase haciendo su voluntad, sería puesto sobre todos sus bienes, para que a su tiempo les dé su ración. Mas no así al siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no se preparó ni hizo conforme a su voluntad.

Dios dice: A todo aquel que conoce mi voluntad, lo voy a poner sobre mis bienes, para que le dé de comer a otros. Dios te da revelación, para que le des de comer a otros.

Dios te va a sacar de la línea de pedir, para que estés en la línea de dar; te va a sacar de la línea de buscar que otro te dé comida, y pondrá a otros en tu fila, para que les alimentes. No estarás en la fila de buscar empleo, sino que te vas a levantar, levantarás tu empresa, y la gente estará en tu fila para recibir empleo.

Dios quiere cambiarte de posición, y ponerte en un nuevo nivel, para que tú seas el que le dé de comer a otros. Vas a salir de la fila del mantengo, la fila de “que me ayuden”, “que me den”. No vas a depender del gobierno, de fondos federales, de la iglesia. No vas a depender porque, el día que el gobierno te dé algo, también te lo puede quitar.

Con lo que tú sabes, es suficiente para que Dios te ponga sobre sus bienes.
Hoy Dios te pone sobre sus bienes; no los del cielo, sino las riquezas de la tierra, las oportunidades de la tierra. La pregunta es, si estás listo para salir de la fila de pedir, y decir: Voy a estar al frente
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Basta con que reconozcas la presencia de Dios y los milagros van a llegar comoquiera

Hay gente que no hay manera de complacerla, de satisfacerla. La gente se queja por todo; todo lo critica. Dios hace un milagro, nos cuida, nos guarda y, en lugar de agradecerle, nos quejamos, y no vemos lo que Dios ha hecho… y si tú no puedes ver lo que Dios ha hecho, lo próximo que va a pasar es que vas a dejar de reconocerlo, en medio de tu desierto.
 
Tú no necesitas un milagro más. Basta con que reconozcas la presencia de Dios, y los milagros van a llegar comoquiera. 

Si ya has salido de Egipto, y has visto la mano poderosa de Dios, y tienes una promesa de ir a un mejor lugar, lo que tienes que hacer es seguir con la misma premisa con la que saliste: Si su presencia no va contigo, mejor que no te saque. 

El problema es que, en medio de aquel desierto, el pueblo de Israel se olvidó de la presencia de Dios, le tentaron, pelearon con él. ¿De qué se quejó el pueblo de Israel? ¿Cuál fue su duda? ¿Cómo limitaron a Dios? Cuestionando si realmente Jehová estaba o no con ellos.

Limitamos a Dios, cuando no damos por buena su palabra, cuando no la aceptamos como real en nuestra vida, cuando cuestionamos su amor, pensando: Si Dios realmente me amara tanto, no estaría pasando por lo que estoy pasando. 

Cuestionamos el amor de Dios ante problemas económicos, ante momentos difíciles, ante un desamor, olvidándonos que, hace dos mil años atrás, él derramó el más grande amor en la cruz del Calvario. 

El enemigo puso a prueba la integridad de Job. En un periodo de nueve meses, Job perdió muchas cosas, pero en ningún momento perdió su integridad. Su esposa le cuestionó: ¿Aún retienes tu integridad? Y añadió: Maldice a tu Dios, y muérete. Perder la integridad, hubiese sido maldecir a Dios. Job dijo un sinfín de tonterías, pero las dijo, alabando a Dios. Job dijo: Jehová dio, Jehová quitó, sea el nombre de Jehová bendito. No fue Dios quien le quitó, pero aquello fue un momento de adoración.

A través de toda tu vida, tu integridad será probada. Pasarás por situaciones que te harán dudar de la presencia de Dios en tu vida. Y será entonces que tendrás que decidir si limitarás la manifestación del poder de Dios en tu vida, dudando de su propósito en tu vida, dudando de su presencia y su cuidado para contigo. Si dudas, lo único que Dios puede hacer contigo es permitirte que des vueltas en el desierto. Y, aun si lo hicieras, Dios es tan misericordioso que estaría contigo, cuidándote en el desierto, porque su propósito para contigo no ha cambiado, y es llevarte a la tierra prometida.
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Mantente despierto para que no pierdas de vista todo lo que Dios quiere hacer contigo

A veces, sin darnos cuenta, en un momento dado, recibimos una palabra de parte del Señor y aspiramos y deseamos cosas grandes. En un momento de nuestra vida, le pedimos a Dios que provocara en nosotros milagros y que pudiéramos crecer, desarrollarnos y movernos a un nuevo nivel. Por alguna razón u otra, llega a nuestra mente y corazón un estado de complacencia. Nos dormimos, a veces, por la circunstancias, las frustraciones, lo que otros nos dicen. Vivimos la vida cristiana, vamos a la casa de Dios, adoramos a Dios, pero estamos dormidos.

Una persona dormida es una persona que no está alerta, que no percibe las cosas que Dios está haciendo. En la Biblia, Pablo utilizó este término en varias ocasiones. Cuando hablaba de la cena del Señor, decía que muchos en la iglesia, cuando toman la cena del Señor, no reciben lo que deberían recibir, porque están dormidos. Muchos, dentro de la iglesia, duermen.

En Romanos 13:11, Pablo le dice al pueblo: Conoce el tiempo y despierta del sueño.  Conociendo el tiempo en que vivimos, es hora de que ya despiertes del sueño, conociendo el momento que está viviendo el mundo, es tiempo que te levantes. Conociendo el tiempo que estás viviendo con tu familia, el tiempo que estás viviendo en tu empresa, es momento de levantarnos del sueño, porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.

Qué triste sería estar dormido en el momento que llega tu salvación. Tu salvación está más cerca que en el día que tú creíste. Lo que estás esperando que Dios haga en tu vida, lo que estás esperando que Dios haga contigo, está más cerca, y es el momento de levantarte, de salir de esa condición, de ese estado emocional y espiritual que te encuentras.

Despierta, y mantente despierto, para que no pierdas de vista todo lo que Dios quiere hacer contigo
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Despierta en ti el Perdón la Liberación y una Revelación

Cuando aceptamos a Cristo como Salvador, algo dentro de nosotros dijo: Voy a hacer de ti algo nuevo.  En nuestro interior, vimos el potencial de ser diferentes y completar el destino de Dios en nuestras vidas.  Se fue la tristeza y la frustración.  No sabías lo que ibas a hacer en el camino, ni sabias a quiénes ibas a conocer, ni sabías quiénes te iban a fallar, y que ibas a tener problemas.  Pero saliste con la expectativa y la visión de que Dios haría de ti una nueva criatura, cambiaría tu carácter y haría por ti lo que tú mismo no has podido hacer.

En ocasiones, no nos damos cuenta que, en el proceso en la vida, mientras crecemos, nos dormimos a todo lo que Dios está haciendo.  Entonces, perdemos de vista la primera razón por la cual decidimos salir del lugar donde nos encontrábamos y seguir a Cristo”: Que él iba a hacer por nosotros lo que nosotros no podíamos hacer por nosotros mismos.  Vemos, cómo Pedro sigue a Cristo, no porque le ofreciera un trono, sino porque iba a ser una mejor persona, pescador de hombre.

Pedro tuvo varias experiencias muy poderosas con el Señor.  En una ocasión, le confesó su gran amor a Cristo –dondequiera que vayas, voy contigo, hasta lo último.  Jesús le dijo: Pedro, llegará el momento que me negarás.  Y, en el momento crucial de Cristo, Pedro le negó.  Luego, Pedro entra en una gran tristeza que inunda su vida.

¿Cuántos hay como Pedro?  Nadie puede juzgar tu amor por Dios, ni juzgar tu salvación, pero, cuando hablas y ven dónde estás, dices que estás durmiendo.  Una persona está dormida, cuando vuelve al mismo lugar y a la misma rutina de donde Dios lo sacó.

Luego, de esta experiencia, Pedro tuvo tres eventos más con el Maestro, que lo llevaron a alcanzar un mayor nivel.   El primer evento fue cuando Cristo lo ve solo, en el mar, y le dice: Pedro, tira la red; y tiene la gran pesca milagrosa.  Cuando llega a la orilla, se encuentra que Cristo le tenía un pescado preparado para comer.  Tienen una conversación, donde vemos que Cristo le dice: Pedro, ¿me amas? Apacienta mis ovejas.  Podemos ver como Cristo comienza a sanar y a despertar nuevamente el corazón de Pedro.

En el segundo evento, Pedro, junto a los discípulos, estaba encerrado donde nadie lo podía ver, cuando se le presenta el Maestro, diciendo: Paz a vosotros; y les enseña las marcas.  La tercera experiencia la tiene con el Espíritu Santo, y nuevamente están encerrados en un aposento alto.

Tres veces Dios tuvo que buscarlos en lugares que estaban aparte, encerrados.  Cuando Dios les llamó, no les llamó para dejarlos encerrados en cuatro paredes en sus fracasos.  La primera experiencia fue, la del perdón.   La segunda experiencia, de la enseñanza del reino; y la tercera experiencia, la del Espíritu Santo que hizo que Pedro y los demás discípulos salieran de aquel lugar y se atrevieran a retar el viejo sistema que los había limitado.

Lo que Cristo ha hecho por nosotros no es para dejarnos encerrados, sino para traer perdón a tu vida, mostrarte el reino, y liberarte, para que ya no vivas más bajo el sistema limitado del mundo.

Si estas palabras han llegado a lo mas profundo de tu corazon puedes compartirlo y tambien comentarno para que aquellos que necesitan esa palabra puedan ver el testimonio de Dios en ti Dios te bendiga en gran manera.


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En medio de tu Desierto tienes que Reconocer a Dios

En Salmo 78:40-41, dice: ¡Cuántas veces en el desierto se rebelaron contra él, y lo enojaron en el yermo! Y volvían, y tentaban a Dios, y provocaban al Santo de Israel. Cuando estudiamos este verso en el original podemos ver que, una mejor traducción para la palabra “provocaban” es “limitaron”.

El desierto no es el lugar donde Dios prueba al hombre, sino el lugar donde el hombre prueba a Dios.  Todo lo que el pueblo pedía, Dios se lo concedía.  En el desierto, Dios estaba cuidando, protegiendo al pueblo y preparándolo para entrar a la tierra prometida.  Aquello era como una historia de amor y protección: El pueblo tenía sed, y Dios les daba agua; tenía hambre, le daba de comer; la nube de día para protección, y la columna de fuego de noche.

El pueblo tentó y limitó a Dios.  No limitó su poder, sino la fe de lo que él podía hacer.  En un momento de sed, el pueblo de Israel cuestionó: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros o no? Y, dice la biblia, que llamaron a aquel lugar “Masah” y “Meriba”, que significan “tentar” y “pelear”.  ¿Ha llegado algún momento en tu vida donde, a pesar de lo que ya Dios ha hecho contigo, pones en duda si Dios está contigo y si puede obrar nuevamente a tu favor, y comienzas a pelear?

No era la primera vez que el pueblo de Israel se quejaba y tentaba a Dios.  Frente al Mar Rojo, el pueblo se quejó, y Dios le abrió el mar y los libró.  Luego que cruzaron al otro lado, se quejaron por las aguas amargas, y Dios las cambio en aguas dulces.  En otra ocasión, se quejaron por el maná y Dios les da codornices.

Es entendible que la mente humana ceda fácilmente ante una dificultad y haya un cuestionamiento, pero, si alguien tiene paciencia, es nuestro Dios.  A pesar de tus quejas, él continúa trabajando en tu vida, porque quiere culminar la obra que ha comenzado en ti.  Quien lo limitas, eres tú.

Desde el momento en que el pueblo se quejó, Dios dice: Estos no entrarán a la tierra prometida.  Imagínate llevar a un pueblo a la tierra prometida y que aun allí no vieran a Dios.  Si no ves a Dios en tu desierto, menos lo verás en la bendición y abundancia.   El deseo de Dios es que, cuando estés en la tierra prometida, sepas quién te llevó y quién está contigo.

En esta historia, podemos ver que los milagros no necesariamente provocan fe, ni acercan más a una persona a Dios.  Para un corazón malagradecido, nunca es suficiente lo que Dios ha hecho.  Muchos no necesitan un milagro más, lo que necesitan es reconocer la presencia de Dios, y milagros llegarán a sus vidas.
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Al Otro Lado tú puedes Llegar

Es muy triste caminar con alguien que no llega a alcanzar su máximo potencial, más triste es caminar con alguien que, después de tanto tiempo de estar contigo, no te conoce, o te conoce por lo que otros dicen y no por la experiencia que ha tenido contigo.

Puedes estar cerca de tu milagro, pero, por alguna razón, no verlo.

Cristo se va manifestando poco a poco a sus discípulos, en varias ocasiones, y, después que sucedieron ciertas cosas, fue que creyeron en Él. Después que cambió el agua en vino, creyeron en Él; después que el resucitó y se les apareció, entonces creyeron en sus palabras. Por tres años y medio, no habían creído en su palabra. Jesús tuvo que morir y levantarse, para que entonces le creyeran.

Los discípulos tuvieron que ver todas esas pruebas, porque Jesús les estaba dando una lección, poco a poco, en medio de todo lo que les sucedía.

En Mateo 14, dice que los discípulos se turbaron y tuvieron miedo, cuando vieron a Jesús caminando sobre las aguas, en medio de la tempestad. Una de las razones por la cual ellos reaccionaron de esta forma, en medio del problema, se debió a la fatiga porque el viento les era contrario.

Tenemos que entender que Dios no nos va a enviar a alcanzar nuevos lugares, sin tener vientos contrarios. En algún momento, los tendrás. Lo que no puedes permitir es que la fatiga se meta en tu corazón.  Debes entender que vivir con los vientos contrarios es parte del oficio, es parte de la vida de todo creyente.

La fe lleva la contraria a lo que el mundo dice y, a veces, eso es lo que causa fatiga en la mente y el cuerpo de los hombres, al tratar de luchar con los pensamientos. Pero, los que son capaces de seguir remando en medio de los vientos contrarios, son los únicos capaces de llegar al otro lado; no son los que huyen, ni los que salen corriendo, los que se quitan, ni los que dicen: Me voy a otro lugar a buscar las cosas más fáciles.

 Aquellos que dicen: Si Dios dijo que voy a cruzar, voy a cruzar, aunque el tiempo sea difícil; si Él dice que voy a llegar, eso es lo que me basta para saber que voy a llegar al otro lado. Esos son los que verdaderamente llegan al otro lado
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Lo que Dios ha Hecho tú Entiende

En Mateo 14, la palabra nos habla de la alimentación de los cinco mil. Después de este milagro, Jesús hizo que sus discípulos entrasen en la barca, para que fuesen a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud y se apartaba para orar. En medio del mar, estando ya la barca azotada por las olas debido al viento contrario, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Sus discípulos se turbaron, creyendo que era un fantasma. Entonces, Jesús les dijo que no temieran, y Pedro dijo: Si eres tú, manda que vaya a ti. Jesús dijo: Ven; y Pedro salió de la barca, sobre las aguas, pero al ver el viento, comenzó a hundirse. Clamó a Jesús, quien vino a su rescate, y le dijo: Hombre de poca fe. Jesús reprendió a los vientos y se hizo grande bonanza. Entonces sus discípulos le adoraron.
En Marcos 6, vemos esta misma historia, con algunas otras frases que nos dejan ver otros detalles. Comienza diciendo, en el verso 45: “Enseguida…” Enseguida, ¿después de qué? Enseguida después del milagro de la multiplicación de los panes y los peces.
En esta escritura, dice que Jesús les vio remar con gran fatiga. Hay gente que no se da cuenta que lo que está pasando en su vida, es por causa de la fatiga. A veces, espiritualizamos ciertas cosas, cuando realmente el mero cansancio nos provoca a nosotros ver cosas que no tenemos que ver. En vez de ver el milagro, vemos problemas, vemos fantasmas.
Cuando Jesús calmó la tormenta, los discípulos se maravillaron y, dice esta escritura que, fue porque aún no habían entendido lo de los panes y los peces, por cuanto estaban endurecidos sus corazones. ¿Qué tiene que ver lo de los panes y los peces con que Cristo caminara sobre las aguas y ellos pensaran que fuera un fantasma?
La naturaleza estaba esperando el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, de nuestro Redentor. Por esto, es interesante que, cuando estuvo en la tierra, solo unos cuantos lo pudieran reconocer. De la misma manera, muchas veces llega a nuestra vida aquello que hemos estado esperando por tanto tiempo, y no lo podemos reconocer.
Delante de tus ojos está tu milagro, tu solución, pero, por causa de la fatiga, por causa de no entender lo que Dios ya ha hecho contigo, por causa de limitarte y tratar de encerrarte en lo que tú crees que Dios va a hacer, has perdido de vista el milagro. Cuando no puedes reconocer que lo que está delante de ti es tu milagro, en lugar de tener fe, tienes miedo.
No pongas atención a los vientos contrarios. Escucha la voz del que te llama fuera de tu barca. No es un fantasma. Es el Hijo del Dios todo poderoso que ha venido para que, en su palabra, cruces al otro lado.
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Créele a Dios

En Hebreos 3:7-9, dice la palabra del Señor: Por eso, como dice el Espíritu Santo:Si oís hoy su voz,noendurezcáis vuestros corazonescomo en la provocación, en el día de la tentación en el desierto,donde me tentaron vuestros padres; me pusieron a prueba y vieron mis obras cuarenta años. La palabra provocación, en el original, significa limitaron.  Salmo 78:41, hace referencia a este momento, donde dice: Y volvían, y tentaban a Dios, y provocaban al Santo de Israel. 
 
En Hebreos, Dios dice que el pueblo estuvo cuarenta años en el desierto, porque lo limitaron y lo tentaron.  El pueblo de Israel cuestionó todo el tiempo a Dios.  La gente siempre está diciendo que Dios tienta y prueba, sin darnos cuenta que la mayoría de los desiertos que pasamos es porque estamos probando a Dios.

Claramente la biblia dice que por limitar a Dios estuvieron en el desierto cuarenta años viendo sus obras.   Estuvieron en el desierto, por no tener corazón correcto.

Muchas personas ven cuarenta años de obras, pero siguen en el desierto.  Muchos están cuarenta años viendo milagros, pero son milagros del desierto, por no haberse movido y haber limitado a Dios a un nuevo mover.  Las transiciones de Dios no son de mucho tiempo, son cortas.  Job pierde, pero en nueve meses lo recupera todo.  Jesús al tercer día resucita.

Muchos se conforman con los milagros del desierto, porque hace presión el creerle a Dios y tirarnos a lo desconocido.  No te conformes con los milagros del desierto.  Muchos prefieren el maná porque es seguro mañana, sin darse cuenta que de esa manera no alcanzan lo ilimitado de Dios.  Dios le dio al pueblo maná y agua hasta que murieron, y no entraron a la tierra prometida.  Hasta que llegó la generación que dijo: Nací en el desierto, pero no nací para quedarme aquí en el desierto.

Dios busca una generación que quiera levantarse al próximo nivel.  Una generación que le dé gracias por el maná, pero desee mucho más.  No te conformes con los milagros del desierto.  Dios te ha prometido una tierra que no te enviará maná del cielo, pero es tierra que fluye leche y miel. En el desierto, el maná no te servía al otro día.  En la tierra prometida, tú decides cuánto sembrar, cosechar y conquistar.

Muchos viven preguntando: ¿Cuándo saldré de mi desierto?  Saldrás del desierto, cuando arregles tu corazón y dejes de limitar a Dios.  Cuando decidas hacer su voluntad y él pueda hacer lo que te ha prometido.

En el desierto, Dios te ha dado maná y agua.  Sé agradecido de que te haya cuidado y protegido, y no limites más a Dios, porque una vida sin límite comienza cuando dejas de limitar a Dios.
Sueña en grande, y no endurezcas tu corazón con los rencores, las frustraciones y los problemas del pasado. Créele a Dios.  El que te sacó de Egipto, es fiel y te llevará a la tierra prometida.
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El Poder que Actúa en Ti

En Juan 3:34, dice que “Dios no da el espíritu por medida”. Si parafraseamos, podemos decir que Dios te ha dado un espíritu sin medida, un espíritu sin límites. Tu espíritu no conoce imposibilidades. Podrás vivir en cierto lugar, bajo ciertos parámetros, pero el espíritu que está en ti va más allá de eso.

En Efesios 3:14-20, Pablo establece un pensamiento muy poderoso: Dios puede hacer más allá de lo que pensamos y de lo que entendemos, según el poder que actúa en tu vida, según lo que tú puedes procesar. Dios es ilimitado y tu espíritu es ilimitado, pero lo que Dios puede hacer, que va más allá de lo que tú puedes hacer o imaginar, depende de tu capacidad de permitir que Él pueda hacerlo a través de tu vida. Así que tu capacidad de procesar el poder de Dios, es lo que puede llevarte al otro nivel.

Lamentablemente, tendemos a echarle la culpa a la circunstancias, a la iglesia, a los que están a nuestro alrededor, sin darnos cuenta que somos nosotros quienes limitamos a Dios.

Para vivir una vida sin límites, para vivir una vida más allá de lo que has podido pensar e imaginar, una de las cosas más importantes que tienes que desatar en tu vida es tu corazón. A través del corazón, de tu parte interna, Dios puede actuar y procesar su poder.

La iglesia le sirve a Dios con su mente. Hacemos las cosas que tenemos que hacer como cristianos, pero nuestros corazones, por la razón que sea, están tan heridos, lastimados, viven en el pasado, en el ayer, en las frustraciones, con resentimientos que limitan todo lo que Dios puede hacer con nosotros.

No hay nada en la biblia, que Dios pueda hacer más allá de la condición de tu corazón. En ella hay varios versos que nos hablan de la importancia del corazón. Proverbios dice: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida. En Hebreos 10, dice la palabra del Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes escribiré, y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.

A veces, tratamos de meter la ley de Dios, las cosas que hay que hacer, en la mente de la gente. Esos son los religiosos que hieren, marcan y que quieren enseñar, obligando a la gente.

La gente no cambia, si no quiere cambiar. El verdadero cambio viene cuando Dios toma el corazón de una persona y escribe la ley en su corazón. Solo tenemos que ser el canal a través del cual la gente pueda llegar a Dios y poder tener el espacio correcto donde la gente pueda sentirse lo suficientemente libre para poner su corazón en las manos de Dios.

La verdad es que hemos puesto nuestros corazones en las manos de tanta gente que nos ha lastimado, y decirle a alguien: Pon tu corazón en las manos de Dios; es un riesgo que mucha gente no quiere tomar.

La iglesia no se da cuenta de cuál es el trabajo que tiene que hacer. Queremos poner a la gente a hacer ciertas cosas, obligándolos, sin saber que lo único que hay que hacer es exponerlos al amor de Dios y dejarle saber que está bien que Dios trate y escriba sus leyes en su corazón, porque solo así su vida cambiará
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El Joven Prisionero



El Joven Prisionero

Había un joven, muy entregado a Dios, que a causa de su fe en Cristo iba a ser quemado en una estaca al día siguiente. En la misma celda donde el estaba encerrado, estaba también un anciano encarcelado por la misma razón, pero con muchos años mas como creyente y mayor experiencia en los caminos de el Señor.

Mas tarde, cuando ya estaba oscureciendo, el joven encendió un fósforo para encender una vela y tener luz en la celda. Mientras lo hacía, se quemó un dedo, gritando muy fuerte. Al ocurrir esto, le dijo a su compañero de celda, el anciano, la siguiente pregunta:
- ¿Como podré soportar ser quemado en la estaca mañana, si hoy no puedo si quiera soportar quemarme un dedo con un pequeño fósforo?
El anciano, con mucha paz, le respondió:

+ Jovencito, Dios no te pidió nunca que te quemarás el dedo, por eso no hay gracia para ello. Sin embargo, Él te está pidiendo que mueras por tu fe en Él, así que en ese momento la gracia también llegará.

Sin importar cual sea tu situación, si tu fe está puesta en Cristo, Dios estará ahí para respaldarte y derramar su gracia sobre ti. Recuerda que Él tiene el control. Dios tiene un plan para manejar todo a lo que nos podamos enfrentar en la vida. Su gracia es suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades y cubrir todas nuestras debilidades.
Cita bíblica:

"Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí."
(2 Corintios 12:9) NTV
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