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Josué estaba claro que tenía que repartir la tierra a aquellos que no podían conquistarla por sí mismos

“Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.  Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.  Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” Josué 1:6-9
En estos versos, podemos ver que Dios le da a Josué unas instrucciones, y varias veces le dijo –Esfuérzate y sé valiente.   Hay personas que viven con tantas frustraciones, tristezas y amarguras del pasado, que cuando Dios les dice que van hacer algo nuevo, y que van a conquistar algo nuevo, lamentablemente, no pueden ver lo que Dios les ha prometido.  Dios dice, -esfuérzate; en otras palabras, no hay conquista y victoria, si no hay esfuerzo, si no te atreves a moverte hacia adelante.
Además de esto, Dios le da a Josué un porqué, y el hombre que tiene un porqué tiene una razón por la cual vivir y alcanzar grandes cosas.  Hoy, Dios quiere darte un porqué para que saques fuerzas de donde no las tenías y te muevas hacia adelante para alcanzar las promesas que él ha declarado para tu vida.
El problema es que el ser humano siempre está buscando el para qué hacer las cosas, cuando lo importante es el porqué
El primer porqué que Dios quiere darte, lo vemos en el verso 6 –porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra.  Los grandes emprendedores saben que tienen que repartir la tierra por herencia; que todo lo que ellos logren, deben hacer que otros también lo alcancen.  Hay quienes levantan un negocio solamente por un para qué, y todo aquel que se esfuerza por un para qué, sueña en pequeño; solo para pagar casa, para pagar carro,para comida, etc. 
Dios usa a Josué, porque Josué estaba claro que tenía que repartir la tierra a aquellos que no podían conquistarla por sí mismos.  Si Josué no se hubiese esforzado y atrevido a tomar el liderazgo para poseer la tierra, millones de personas hubieran muerto en el desierto, sin entrar en la promesa.  Josué se paró firme y se atrevió porque sabía que otros alcanzarían la bendición.
Hay un porqué muy grande en el día de hoy, -porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.   Dios está llamando a los Josué, a que se levanten, se esfuercen en el día de hoy.  Él les ha dado talentos, autoridad, capacidad para levantar esa empresa, no tan solo para prosperar sus casas, sino también, para bendecir a otros con empleo, para que posean la herencia que Dios tiene para ellos.
Dios quiere darte un porqué.  Tú eres un Josué, y Dios te dice hoy: Esfuérzate y sé valiente, por un gran porqué: Porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. 
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Dios te ha mandado a reconocer la tierra para que veas lo que él quiere hacer contigo

Dios le dice a Josué: Esfuérzate y sé valiente. Esto nos demuestra que Josué pasaba un proceso en su mente, por lo que Dios le decía estas palabras que él necesitaba escuchar.
Las experiencias que Josué había tenido lo habían formado. Josué nació como esclavo, pasó a ser soldado, luego fue espía, después fue siervo y, entonces, llegó a ser el líder de Israel.
Cuando Moisés murió, llegó el momento de entrar en algo nuevo. Puede que alguna experiencia del pasado no te ayude a entrar en el liderato al cual Dios te ha llamado. Hay quien se desanima porque fueron esclavos. Otros se desaniman en su época como soldados. Otros, como espías, o como siervos. Pero aquel que es capaz de pasar por ese proceso, sin corromper su corazón, recibe de Dios la capacidad de entrar a la tierra prometida.
Los momentos de esclavitud son momentos de grande esfuerzo, con pocos resultados. Como soldado, se tiene que batallar. Josué batalló, mientras que Moisés estaba en el monte con los brazos en alto. Josué pudo haber pensado: ¿Qué hace Moisés –mi líder – allá arriba en el monte orando, en lugar de estar aquí en la batalla? Así se corrompe un corazón.
Como espía, Josué tenía que ir con la perspectiva correcta a reconocer aquella tierra. Dios quiere llevarte a mirar cosas nuevas. Quiere darte visiones que no le va a dar a otro. Dios quiere abrirte el camino para que tú puedas entrar y ver la bendición, la victoria que hay al otro lado, para que regreses cargando con los frutos y los muestres a otros.
Si Josué, como esclavo o como soldado, hubiese permitido que su corazón se corrompiera, como espía, no habría podido ver lo correcto. Seguramente, hubiese sido como aquellos que se concentraron en los gigantes y no en la bendición de Dios.
Quizás has pasado por ciertas etapas en tu vida y ahora que Dios te ha mandado a reconocer la tierra para que veas lo que él quiere hacer contigo, tú corazón está tan herido por tus tiempos de esclavitud y de soldado que, entonces, cuando regresas, te unes a las voces que hablan negativo, que dicen que no se puede.
Josué se mantuvo claro en que conquistarían aquella tierra. Pero hubo diez que dijeron que no se podría y, por causa de esos diez, Josué, Caleb y el resto del pueblo tuvieron que dar vueltas en el desierto por cuarenta años.
Josué tendría que esperar que toda aquella generación pasara, para poder entrar a la tierra prometida. ¿Qué hizo Josué mientras tanto? Se convirtió en un servidor, el servidor de Moisés. Caminó cuarenta años en el desierto, sirviéndoles a un líder y a un pueblo que él sabía que tenían que morir.
Quizás no por tus decisiones, sino por las decisiones de otro, pero tienes que esperar un tiempo; pero, en vez de esperar sirviendo, estás frustrado, a punto de morir en el desierto como los demás.
Ya tú has visto la tierra, pero todavía no es tiempo de entrar. Ahora te toca servir. Sirve, y hazlo con la actitud correcta. Sirve por el tiempo que sea necesario. Si fuiste capaz de ser esclavo, si fuiste soldado, si fuiste espía, y ahora eres servidor, y pasas la prueba de la perseverancia, sin dañar tu corazón, a ti también Dios te llamará para conquistar. Llegarás a la etapa del líder, del conquistador. Etapa en que Dios te saca del anonimato, y te dice: Llegó tu momento, llegó tu hora. A ti te voy a entregar esta tierra por heredad. 

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Es importante entender que Dios cumplirá su promesa en tú vida

Josué 1:6-9 es una palabra muy poderosa donde Dios le habla a Josué dándole la instrucción de conquistar la tierra, de alcanzar la tierra prometida. En contexto hay 3 frases que describen esa tierra y lo importante de la promesa de Dios hacia el pueblo de Israel. Primeramente a través de Abraham, Dios que les promete la posesión de la tierra. Luego a través de Moisés, le describe la tierra que es una tierra donde fluye leche y miel. Finalmente,  Dios le dice a Josué esta tierra tú la vas a dar por heredad.
Es importante entender que Dios cumplirá su promesa en su vida, aunque parezca que se demora en llegar, espera con paciencia, por que sin lugar a duda sucederá, no se tardara. La palabra se va a cumplir en tu vida.
A través de la biblia, Dios usa la tierra como instrumento para motivar al hombre. Pero es triste ver  a través de la historia por causa del pensamiento religioso, y de las malas interpretaciones bíblicas, el cristiano le haya dado tanto énfasis  al cielo.
La gente vive obsesionada con describir la belleza que hay en el cielo, en vez de creer que ese cielo puede venir a la tierra y manifestarse. El cristiano debe ser como Cristo cuando dijo-vénganos tu reino, hágase tu voluntad como es en el cielo, hazlo aquí en la tierra. Debes querer traer lo que está en el cielo a la tierra, que se manifieste aquí, ahora.
Dios creó al hombre para la tierra, para alcanzarla y para poseerla.
Como empresario, como profesional  tiene que haber en tu espíritu de conquista. Cuando Dios te da una promesa y te ha dicho que va a hacer algo contigo, es porque hay un espacio natural que conquistar. Hay un espacio vacío en la empresa, en la industria, que alguien no está supliendo y tú tienes que conquistarlo. Hay un terreno vacío que Dios quiere poner en tus manos para que lo llenes y construyas. Si  has estado viendo algunos locales, tienes que créele a Dios. Llegó el momento de poseer  la tierra, de declarar que esa tierra te pertenece y esas propiedades van a llegar a tu vida en el nombre de Jesús.
La tierra es la primera promesa que Dios le da a Josué y a todos los hombres diciéndoles, te voy a llevar a esta tierra. Todo el que ha estado creyendo por una propiedad, la vas a obtener, todo aquel que ha estado rentando, vas  a tener tu propia casa, todo aquel que tiene su casa endeudada, vas a ser libre.


Cree, que serás libre de todas las deudas que tienes. Créele a Dios que la tierra te pertenece en el nombre poderoso de Jesús.
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Disfruta de las bendiciones que Dios trae a tu vida

Marcos 6:48 – Y viéndoles remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.
 
Cuando llegan tormentas a la vida de un ser humano,  se agita el corazón, se perturba la mente y es una tortura en el espíritu.  También están aquellos que viven con amargura, pues todo en la vida lo ven como una tortura.  Hasta algunos cristianos viven fatigados, pues creen que todo lo que Dios los manda hacer es una tortura.  La tortura no está en lo que haces o vives, sino que está en la mente, en el pensamiento y esto sucede por estar desconectado de Dios.

Cuando el hombre peca, Dios declara maldición a la serpiente; a la mujer las consecuencias de su pecado y a Adán los resultados que va a obtener- Adán, con el sudor de tu frente vas a trabajar y entonces recibirás cardos y espinos.  En otras palabras Dios le dice- Adán, mientras estuviste en conexión conmigo, trabajabas y los resultados eran buenos, pero de ahora en adelante, como te has separado de mí, trabajarás, pero para encontrar la flor, primero, encontrarás espinas.  No todo el mundo puede ver la flor en su vida porque el pecado hace que solamente se vean las espinas.

La mente es muy exitosa en hacerte ver lo que está mal en tu vida.  Por ejemplo, siempre llegan pensamientos de todo lo que te esfuerzas y comoquiera todo te va mal.  Cuando se trabaja sin comunión y sin el favor de Dios, todo lo que se trabaja es una tortura.  Entender que Dios siempre está contigo, entender que el matrimonio, los hijos, el negocio y el trabajo te lo dio Él no causa tortura, sino paz, gracia, favor y bendición.  Entender que Dios siempre está contigo, aunque llegue la tormenta y los vientos sean contrarios, hace que puedas seguir remando confiadamente, sin fatigarte.

Si estás viviendo una etapa donde los resultados que obtienes no son los que deberías recibir y a causa de esto te sientes fatigado, Dios dice en Hageo 1:5 que si estas sembrando y recoges poco, piensa.  Si comes y no te satisfaces, piensa.  Si te vistes y no te calientas, piensa.  El problema no son los resultados que estas teniendo, el problema está en lo que tú esperas que los resultados hagan en tu vida.  Esto es lo que causa la fatiga en una persona.

En la biblia el que trabaja fatigado es aquella persona que no tiene propósito, ni sentido y pone su identidad en lo que hace; necesita reconocimientos por lo que hace.  La persona que trabaja fatigada es la que trata de buscar seguridad en lo que hace.

No vivas fatigado y con amargura, de tal manera que no te permita disfrutar de las bendiciones que Dios trae a tu vida.  Vive confiado de que llegarás al otro lado de la orilla.
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Tú sabes que debes servirle a Dios

Marcos 6:45, en adelante, se nos narra el momento en que, luego de la multiplicación de los panes y los peces, los discípulos emprenden su travesía en el mar y, en el verso 47, dice la palabra que la barca estaba en el medio del mar. Si vemos en un mapa hacia dónde se dirigían los discípulos, podemos ver que estaban supuestos a navegar de manera paralela a la orilla. O sea, no tenían por qué estar en medio del mar. La tormenta los había impulsado al medio del mar.
Añade la palabra del Señor que “viéndoles remar con fatiga… vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.” Pero, dice más adelante, que Jesús subió a la barca con ellos. Jesús no se monta en la barca porque haya una tormenta, sino porque, los que están en la barca están fatigados. El problema no era la tormenta, sino el remar con fatiga.
Cuando Jesús se monta en la barca con ellos, la tormenta cesó y, dice la palabra que los discípulos se maravillaron, y añade: Porque todavía no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.
¿Qué tiene que ver lo de los panes con la tormenta?
A diferencia de los otros libros, el libro de Marcos nos muestra una secuencia de milagros que Jesús va haciendo, y que van provocando –o que se supone que provoquen – que la fe de los discípulos vaya en aumento. Pero aquí podemos ver que, por más milagros que habían visto –liberación de espíritus inmundos, sanidad de un leproso, sanidad de un paralítico, resucitación de una niña – en lugar de creer, endurecieron su corazón.
Muchos le sirven a Dios, y han visto milagro tras milagro y, aun así, tienen el corazón endurecido.
Siempre pensamos que los de corazón endurecido son los no creyentes; pero tener el conocimiento entenebrecido, no es lo mismo que tener un corazón endurecido. El mundo está engañado; los creyentes no lo estamos, pero, muchas veces, permitimos que nuestro corazón se endurezca.
Tú sabes que debes servirle a Dios. Saliste del engaño del mundo. Entendiste que estabas mal. Pero, mientras más Dios hace en nuestras vidas, más endurecemos nuestro corazón. Mucha gente es salva, pero vive frustrada por lo que Dios no ha hecho en sus vidas. Jesús ha estado trabajando con ellos –como con los discípulos – tratando de desatar su fe; pero han endurecido sus corazones.
Dios ha hecho muchos milagros en tu vida, tratando de desatar tu fe, para que entiendas que la tormenta que vives hoy no va a acabar contigo.
Las situaciones que llegan a tu vida, ya no deberían sorprenderte. Tú deberías saber, y declarar: Esto también pasará. Vamos a cruzar al otro lado.
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Qué triste es que el mundo se deja gobernar por el estomago

Juan 6:15 nos dice que luego de que Jesús multiplicó los panes y los peces, la multitud lo aclamó y lo quiso hacer rey. Luego de esto, Jesús se fue al monte para estar sólo.  Se fue a estar sólo para vencer la tentación, para que no se le subiera a la cabeza la fama y el poder de la multitud que le aclamaba.    Se distancio para orarle al padre.  Su deseo no era ser rey porque la gente lo aclamara como rey, Él quería ser rey cuando el Padre Celestial lo hiciera rey.
Esta era la segunda vez que Jesús era tentado con un reinado terrenal, pues en la primera ocasión fue cuando Jesús estaba ayunando y Satanás le dijo –si postrado me adorares, te daré todos estos reinos.  El enemigo no pudo convencer a Jesús, y ahora la multitud intenta convencerlo.  Lo triste es que la multitud lo quería como rey, no porque lo reconocieran como hijo de Dios, sino porque les dio de comer.
Qué triste es que el mundo se deja gobernar por el estomago.  Todo político que promete bebida y comida es el que el pueblo prefiere.  La historia ha demostrado que el imperio romano fue degradado porque le daba al pueblo bebida, comida y sexo en grandes fiestas.
Por naturaleza, el ser humano es insaciable y se cansa de hacer, tener, comer siempre lo mismo; si se le aumenta panes y peces, luego exigirían mayores cosas para comer.  Esto se puede ver cuando en el pueblo de Israel se queja del mana que Dios les dio en el desierto y  luego Dios les envió codornices.
Jesús no permite que lo hagan rey porque solamente les suplió su necesidad.  Es triste servirle a Dios y hacerlo el rey de tu vida, únicamente porque solamente multiplica los panes y los peces de tu vida.
Si reduces a Dios únicamente a una provisión, harás que la salvación sea temporera, escasa, tonta, efímera, simple, cuando en realidad es más que panes y peces.
 Muchos abandonan el servir a Dios cuando se encuentran en problemas y no hay panes y peces en algún momento de sus vidas.  Esto sucede cuando haces a Jesús tu rey solamente por lo que te suple y no por el gran acto de amor en la cruz del Calvario.  La vida con Jesús es mucho más que panes y peces, es toda una vida de salvación, de libertad, redención y paz.
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Entregas el espacio que Dios debe ocupar

Cuando Jesús llega a tierra de los gadarenos, donde vino a su encuentro un endemoniado, al cual, dice la palabra que trataban de amarrar, para cuidar su vida, para que no se hiriera, pero él terminaba siempre en el desierto.
Hay cristianos que siempre dicen estar en un desierto. Al desierto tú puedes ir, o dirigido por Dios, o dirigido por tu perturbación. Jesús fue al desierto, pero, dice la palabra, que fue dirigido por el Espíritu de Dios. Jesús no fue al desierto porque estuviese mentalmente perturbado. Jesús fue al desierto, y allí venció al enemigo.
Tú no fuiste hecho para el desierto. Dios no hizo un desierto para poner al hombre, sino que hizo un huerto en Edén. Cuatro ríos alimentaban aquel lugar. Había oro y, dice la biblia, que era oro bueno. Todo estaba al alcance de la mano de Adán.
El desierto es todo lo contrario. Y la tormenta te quiere mandar al desierto, al lugar árido.
Cuando tú pierdes tu fe, entregas el espacio que Dios debe ocupar, y otra cosa, otro pensamiento se encargará de ocuparlo. No hay espacios vacíos. Aun la ciencia cree en este principio.
Quizás piensas que, si vacías un vaso hasta la mitad, entonces, la otra mitad está vacía, pero lo que realmente ocurre es que el aire reemplaza al agua. La otra mitad está ahora llena de aire. El hecho de que tú no veas el aire, no quiere decir que esté vacío. Al quitar el agua, le das espacio al aire.
En este mundo, nada se puede quedar vacío. Ahora, la pregunta es: ¿Con qué lo llenamos?
En Génesis, se nos describe la condición de la tierra como: Desordenada y vacía. Pero dice, también, que el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Dios vino a ocupar el espacio que, en un momento dado, estaba vacío.
Nada se puede quedar vacío. El día que sacas tu fe, entra el miedo. El día que tu mente no está llena de pensamientos de Dios, ese día llegan los pensamientos del mundo y, lamentablemente, se apoderan y, sin darte cuenta, te mandan al desierto.
El endemoniado gadareno iba al desierto, perturbado por sus pensamientos, por su mente.
Todos, por más perturbados que estemos, tenemos un momento de lucidez. El problema es que, a veces, la lucidez es más fuerte que la perturbación porque nos hace ver la realidad de los asuntos con los que tenemos que trabajar, y por eso hay gente que prefiere vivir perturbada. Por eso, también, la gente requiere de tanto entretenimiento.
Mientras te mantengas únicamente entreteniéndote, no estarás ocupándote de poner tus pensamientos en orden y, mientras no pongas tus pensamientos en orden, continuarás perturbado.
Así estaba aquel hombre, hasta que llegó Jesús. Dice la palabra que, luego de ser liberado, aquel hombre fue hallado a los pies de Cristo. Un hombre que anteriormente no podía ser atado, ahora estaba voluntariamente sentado a los pies del Maestro.
Estar a los pies de Jesús no es para perturbados, sino para aquellos que han sido liberados.
El mundo piensa que estamos locos por estar en la iglesia, pero en realidad, una de las señales de cordura es estar a los pies de Cristo. Locura es estar afuera y no sentado a los pies del Maestro.
Aquel hombre estaba sentado, quieto en su lugar, tranquilo. Esto es algo que, aun a nosotros mismos, se nos hace difícil. Pero, cada vez que tú pienses que tu mente te controla, recuerda el tiempo que pasas a los pies de Cristo. Eso te dice que no te tienes que volver loco con lo que pasa en el mundo, porque estás escuchando lo que tienes que escuchar, y esto te permite tener victoria sobre tu mente, sobre tus pensamientos.
Siéntate a los pies de Cristo y permite que sean sus palabras las que pongan calma, paz en tu vida, y que te ayuden a recuperar quien tú eres.
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Qué brecha te has abierto

Génesis 38:27, había unos gemelos a punto de nacer y, cuando uno saco el brazo, la partera le puso un hilo de grana, marcándolo como que sería el primero.  Ese hilo de grana le daba derecho a todo lo mejor de la vida, de sus padres y de su herencia.  Pero dentro del vientre, había otro que decía: No, tú no vas a tomar esa vida y esa herencia; le dio un jalón, que volvió a entrar y entonces salió el que se supone saldría segundo, a quien llamaron Fares.
 
Le llamaron Fares a ese bebé porque la partera dijo: ¡Qué brecha te has abierto!  Fares dijo: Yo voy a abrirme camino, cuando pensaron que no me tocaba a mí; voy a abrir camino donde no hay.  Si miras la biblia, más adelante, te darás cuenta que Fares es parte de la genealogía de Jesucristo.  Fares no tan solo se abrió una brecha en el mundo natural, no tan solo recibió el derecho de la doble herencia, no tan solo recibió autoridad, sino que, en el mundo espiritual, se abrió la brecha para que de él saliera la genealogía de nuestro Señor Jesucristo.

Haz camino donde no hay.  Di a los que te encuentras de frente: Más que sacar la mano, tenías que salir por completo y no lo hiciste, así que vuelve para atrás porque me toca a mí.  Estuviste ahí primero, pero no hiciste nada; ahora salte del camino que me toca a mí; yo me voy a poner al frente y voy a hacer lo que tengo que hacer.

Vive sin límites.  Ábrete brecha.  Haz lo que nadie ha hecho; haz precedencia.  Haz lo que otros no se han atrevido a hacer.  Dirán: ¡Yo saqué la mano primero!  Pero no vale solamente la mano; tenían que salir por completo.  Pudieron haber nacido con el hilo de grana en sus manos, pero tú saliste primero, tú llegaste aquí, y la fila comienza detrás de ti.

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El viento no solo está soplando para tu barca, también para las demás

En Marcos 4:35,  vemos  que Jesús, luego de dirigirse en parábolas a la multitud, la despide, y dice a sus discípulos: Pasemos al otro lado. Una vez partieron, se levantó una gran tormenta, mientras Jesús dormía. Le despertaron, diciendo: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Jesús se levantó y reprendió al viento y mandó al mar a callar, y cesó el viento y se hizo grande bonanza.
 
Se nos aclara, además, en esta lectura, que había otras barcas en aquel lugar. El viento no solo estaba soplando para su barca, sino también para las demás; todas las barcas estaban experimentando aquella tormenta. Y es que no hay tal cosa como experimentar una tormenta por ti solo. Cada vez que tu vida se sale de orden, la vida de alguien más se sale de orden.

Pensamos que a nadie debería importarle lo que hagamos; pero, lo que tú hagas, importa, porque afecta a otros. Esto aplica, también, a lo que haces en privacidad. En privacidad se embaraza a una mujer y, si el hombre no asume su responsabilidad, el resto de la sociedad vive con las consecuencias.

Cada vez que experimentes una tormenta, mira a tu alrededor, sabiendo que más vale que calmes la tormenta porque puede que tú sepas cómo llegar al otro lado, pero las barcas que salieron porque te vieron salir, quizás no crucen por la tormenta que se ha creado por tú haber salido.
Hay gente que toma decisiones basadas en tus decisiones; tus hijos, tu cónyuge… Y quizás te has vuelto experto en cruzar tormentas, pero no todo el mundo es experto en cruzar esas tormentas que tú cruzas.

La segunda vez que Cristo bendijo a Pedro, con una pesca milagrosa, aquella pesca fue tal que requirió de otras barcas. Había otras barcas con él también en aquella ocasión. Y, aunque Pedro fue quien tiró la red, no tan solo él recibió el milagro, sino que, los que estaban cerca, recibieron también de aquel milagro provocado por Pedro.

El día que Dios te prospera y te bendice, las otras barcas que están allí también reciben prosperidad y bendición. Tus barcas llenas en sobreabundancia provocan que las barcas de otros también se hagan sobreabundantes.

Tú cargas con la bendición de poder bendecir la vida de otros, pero no olvides que también, cuando llegan tormentas a tu vida, otros a tu alrededor las están pasando, y las están pasando porque salieron cuando te vieron a ti salir.

Un cristiano responsable sabe que todo lo que hace provoca o bendición o maldición en la vida de todos los que están a su alrededor.

No pienses que nadie ve la decisión que tú estás tomando. Cuida dónde andas, con quién estás, qué haces. Toma autoridad sobre esa tormenta que estás viviendo, no tan solo por ti, sino por todos los que han zarpado. Por tus hijos, por tu cónyuge, por tu matrimonio, por tus amigos; porque, si fracasas, contigo fracasan tus hijos, tu familia y todos a tu alrededor.

Todos atravesamos tormentas y, cuando lo hagamos, tenemos que determinarnos a llegar al otro lado. Y, cuando Dios te dé la pesca milagrosa, reparte también la bendición.
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Declaro en el nombre de Jesús que tu retomas tu fe

Lucas 8:22 en adelante, nos relata el momento en que Jesús calma la tempestad, después de que sus discípulos se asustaran y lo despertaran por que se había quedado dormido. Esto sucedió cuando  Jesús salió de predicar, y se monta en un barco para cruzar el lago, y encontrarse al otro al  endemoniado Gadareno.
 
 En los  versos 35-39, comparado con el resto de los evangelios, Lucas le presta mucha atención al endemoniado Gadareno. Por este motivo se puede entender que la tormenta que se desato tiene que ver con la resistencia de aquella ciudad y los demonios, que no querían que Jesús llegara; así que se levanta la tormenta para impedir que Jesús llegue hasta allá y libere al endemoniado.

Cuando Lucas relata la historia de la tormenta en el versículo 23, dice  que se desencadeno una tormenta. Esto significa que pasaron un sin número de eventos, que provocaron aquella tormenta, y cuando los discípulos vieron que el barco ya se hundía, que se metía el agua, entonces fue cuando clamaron, Maestro no te das cuenta que vamos a perecer. Entonces Jesús, después que calmó la tormenta, les dice, donde se fue su fe.

 Hoy la pregunta es esa, ¿Donde se fue tu fe? En la cadena de eventos que sucedieron en tu vida, que te han llevado a la tormenta ¿Donde se fue tu fe? ¿Donde fue que dejaste de creer?
Los discípulos no pensaban que peligraban cuando la tormenta empezó. Aunque no sabemos cuando fue que comenzaron a pensar  que se iban a hundir, si sabemos que hubo un momento en todo ese proceso, en el que su fe se fue y cuando esto sucedió fue que empezaron a peligrar.

En algún momento dado todo el mundo ha tenido algún problema económico, algún problema en el matrimonio, en el trabajo, con la familia. Hay gente que sabe manejar estos problemas uno a la vez, son capaces de no preocuparse y no desesperarse. Sin embargo, si tienen una combinación de estos problemas no tienen la capacidad de aguantar.

En la vida hay un punto donde se va tu resistencia, y el enemigo y el mundo lo saben. Es el lugar donde verdaderamente tu fe es estremecida, es el momento en que piensas rendirte.
A veces deseas que desaparezca la tormenta sin darte cuenta que no es la tormenta la que afecta tu vida, sino el punto donde se fue tu fe.

Tal vez tu fe se fue cuando te fuiste a quiebra, cuando alguien te engaño, cuando descubriste algo que no conocías.  Desde entonces caminas y caminas, tratas de motivarte, de inspirarte, pero hay algo dentro de ti que falta. Debes  volver a ganarte a ti mismo; volver a ese punto donde perdiste tu fe y decir, no voy a permitir que ese momento dañe la fe que me va a hacer cruzar al otro lado. Si no lo haces estarás luchando toda tu vida con tormentas, sin darte cuenta que con lo que tienes que trabajar es con no perder tu fe.

Tienes que descubrir en qué momento perdiste  tu fe, para que puedas retomarla. En el día que dijiste hasta aquí, ese es el día que tienes que retomar tu fe y decir, no mas, le voy a creer a Dios, esta tormenta no acaba conmigo porque no importa lo que vea, no importa el punto al que llegue, no voy a perder mi fe.

Declaro en el nombre de Jesús que retomas tu fe y que ninguna de las experiencias del pasado te hace hundirte en medio de esta tormenta. Dios te da la victoria.
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Vivir en la paz de Dios es tomar autoridad sobre la tormenta

Mateo 8:23-37 nos muestra el momento en el que se levanta una gran tormenta, mientras Jesús dormía en una barca, y los discípulos lo levantan porque tenían miedo. Lo primero que Jesús les dice al despertar es: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
En esta escritura vemos que el miedo está relacionado a la fe.  Cuando tienes poca fe, muestras mucho miedo, pocas expectativas, pocos sueños y metas.
Tu cerebro no controla totalmente tus decisiones y acciones, sino que siempre habrá una decisión que puedes tomar para transformar lo que sientes, piensas y experimentas. Esto es el dominio del espíritu en tu interior.  Si esto no fuera así, seríamos máquinas, robots controlados por un pequeño cerebro.  En los momentos difíciles, la pregunta es: ¿Dónde está mi fe?  ¿Fe o miedo? ¿En qué pongo mi mirada, en qué me enfoco?
El grado de miedo que experimentas es tu grado de fe.
Luego de haber cuestionado el temor de los discípulos, Jesús reprende los vientos. Reprender es una acción de decir: Esto no puede ser de esta manera.  Cuando reprendes a alguien, le estás diciendo: No permito ese comportamiento.  Reprender es una actitud de autoridad.
Hay quienes no toman autoridad sobre las circunstancias y tratan de buscar aquello que les pueda dar paz.  Esto le pasaba al rey Saúl; tenía demonios que le atormentaban y le traían a David que tocara el arpa para calmarlo; pero, cuando la música cesaba volvía a ser atormentado.  Esto sucede con algunas personas que están atormentadas; escuchan música, se entretienen y se calman por un rato, pero no tienen paz.  Vivir en la paz de Dios es tomar autoridad sobre la tormenta y vivir en la bonanza de Dios, para, de esta manera, cumplir el propósito de Dios en nuestras vidas.
Después que Jesús calma la tormenta y llegan a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos,  vinieron dos endemoniados feroces al encuentro y le preguntan: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios?  ¿Has venido a atormentarnos?  Es impresionante ver que, tan solo un momento atrás, los discípulos no sabían quién era Jesús, pero estos endemoniados lo reconocieron.
Cuando tú entiendes que eres una amenaza para los problemas, caminas y vives en autoridad y en paz.
Los discípulos despertaron, levantaron a Cristo en medio de aquella tormenta. Mientras sigas dormido, tu tormenta no va a desaparecer.  Hay tormentas en tu vida que tienes que levantarte, tomar autoridad y reprender.
Hoy, levántate en medio de la tormenta.  No huyas; enfréntate y párate firme en la palabra de Dios.  Declara las promesas: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.  Ante los pensamientos negativos y de temor, declara: Ninguna arma forjada contra mi prosperará.  Has que tu vida tenga bonanza, disfruta de la paz de Dios y así podrás cumplir su propósito.

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La paz de Cristo promete que Lloremos sin derrumbarnos

Juan 14:27, Jesús dijo a sus discípulos: La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo.
Todo ser humano, de una manera u otra, desea la paz.  La paz no se experimenta en la mente, sino en lo más profundo del corazón y entonces se transfiere a la mente.
En estos versos, podemos ver que hay dos clases de paz: la que el mundo da y la de Cristo. La paz que el mundo ofrece es temporera, fantasiosa y se logra alcanzando algo o eliminando algo.
La paz de Cristo no es la que promete librarnos de los problemas.  Es la que nos permite: 1) Llorar sin derrumbarnos; 2) Seguir caminando, a pesar de las dificultades; 3) Regocijarnos aun en medio de los problemas; 4) Cantar aun en medio de las tribulaciones; y 5) Tomar autoridad sobre las circunstancias, en vez de que las circunstancias tomen el control de nuestras vidas.
En Filipenses 4:7, dice: Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.Pablo nos dice qué produce la paz cuando tu corazón y tus pensamientos se guardan en Cristo; es pensar en lo que él hizo por ti; en la obra redentora de su muerte y resurrección.
El problema es que se quiere tener paz con pensamientos positivos, pero esto no da paz.  Lo único que da paz es pensar en Cristo todos los días y vivir agradecido por lo que Él ha hecho por tu vida; él te amó tanto, que envió a su Hijo unigénito para que muriera por tus pecados.
Si te traicionan, niegan, mienten, persiguen y te vituperan, lleva tus pensamientos a lo que a Cristo le hicieron; a él, nada de esto lo detuvo.  Cuando aumentan los impuestos, o no hay con qué pagar, di a ti mismo: Tranquilo, de algún lado llegará la provisión.  Y recuerda la ocasión que le pasó lo mismo a Cristo y, milagrosamente, dentro de un pez, apareció la provisión.  Guarda la cordura; vive en paz, sabiendo que en Cristo está la solución.
Para alcanzar paz interior, hay que aprender a tomar autoridad sobre las tormentas que se levantan en nuestras vidas.  En dos ocasiones, Jesús, junto a sus discípulos, se enfrenta a una tormenta.  En la primera, Jesús está dentro del bote y, cuando calma la tormenta, los discípulos dicen: ¿Qué clase de hombre es este, que calma la tempestad?  En la segunda, Jesús está fuera del bote y, cuando calma la tempestad, los discípulos dicen: Verdaderamente, este es el Hijo de Dios.
Esto nos enseña varias cosas, entre ellas, que comoquiera llegan tormentas, ya sea que Jesús esté dentro o fuera del bote. Nos enseña, además que, si aprovechamos bien la primera tormenta, en la segunda, aprenderemos algo mayor. Si se aprovecha el momento difícil en que se está viviendo, definitivamente podemos crecer espiritualmente y ver cosas mayores.  En la primera tormenta, los discípulos no lo reconocían; pero, en la segunda, sabían que era el Hijo de Dios.
En la biblia se registran hombres que tomaron control sobre las tormentas naturales.  Elías oró para que lluvia cayera del cielo y Moisés abrió el mar.  Luego de esto, no vemos ningún otro acontecimiento similar, hasta que, en el Nuevo Testamento, vemos a Jesús calmando la tormenta.  En el tiempo en que vivimos, no vemos que se pueda controlar las tormentas en forma natural, solamente se pueden predecir.  En las tormentas naturales, la gente se prepara, pero son esos problemas que te llegan sin estar preparado, los que destruyen el corazón.  Llegan de repente y cambian la atmósfera de tu vida.  De repente se rompe el matrimonio, se pierden los hijos, se pierde el trabajo, la casa, el carro.  Pero, cuando se vive de la manera correcta y confiamos en Dios, sabemos que la tormenta se va a calmar, cruzaremos al otro lado y Dios nos dará la victoria.

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La tierra que Dios les había prometido estaba al otro lado del Jordán

En el momento en que el pueblo de Israel se disponía a cruzar el Jordán e ir a la guerra para así conquistar la tierra prometida, dice la palabra –en Números 32– que hubo un grupo que quiso quedarse al oriente del río, porque vieron que era tierra de ganado, y ellos tenían ganado.
Los hijos de Rubén y los hijos de Gad permitieron que el ganado determinara el lugar en el que se establecerían, por encima de la promesa de Dios. La tierra que Dios les había prometido estaba al otro lado del Jordán, pero ellos preferían conformarse con la tierra que estaba al oriente del río porque, ante sus ojos, parecía buena. Esta gente lo que estaba diciendo era: No me interesa cruzar al lugar donde Dios quiere que yo esté, porque yo creo saber escoger mejor que Dios.
¡Qué tristeza que, pudiendo alcanzar cosas más grandes, nos quedemos cortos ante lo que Dios nos ha prometido, por darle prioridad a las cosas incorrectas!
Al momento de hacer su petición para quedarse, los hijos de Rubén y de Gad apelaron a Moisés, diciendo: No nos hagas pasar el Jordán. En otras palabras: No nos hagas pasar trabajo. De la misma manera, hoy, hay gente que no quiere pasar más trabajo del que ellos consideran necesario, no quieren presión, quieren ir suave; pero es importante que tú sepas que todo lo nuevo que Dios tiene para ti va a requerir que tú te atrevas a cruzar, a dejar las cosas del pasado, a arriesgarte.
Si lo que tú tienes hoy es bueno, ¡gloria a Dios! Pero algo bueno puede convertirse en desobediencia delante de Dios, si tú no te atreves a moverte al lugar donde Dios te quiere posicionar.
En aquella tierra, ya no había gigantes. Entonces, ¿qué era lo que ellos no querían? No querían pelear. Es por esto que, a fin de cuentas, Moisés les permitió quedarse, pero no sin antes cuestionarles: ¿Irán sus hermanos a la guerra, y ustedes se quedarán aquí? En otras palabras: ¿Tan egoístas son? ¿Van a dejar que otros se arriesguen, y ustedes se van a quedar?
Una de las razones por las que hay personas que no quieren cruzar al otro lado es por egoísmo. Porque, como ellos están bien, pues los demás no importan. Una de las actitudes más egoístas es no creer en prosperidad. Las oraciones más egoístas y más avaras son las de aquellos que solo piden para suplir sus necesidades, en lugar de pedir en abundancia para poder dar a otros.
Tú tienes que cruzar y pelear, no solo por ti, sino porque tus hermanos te necesitan al otro lado.
Aunque la única razón que tengas para cruzar al otro lado sea que Dios lo dijo, que Dios lo prometió; aunque estés bien en donde estás, arriésgate, atrévete, ejercita tu fe. No te conformes con algo bueno, si no fue lo que Dios te prometió. No te quedes al otro lado del río. Sal del oriente de tu Jordán, sal de tu zona de comodidad. Cruza al otro lado, conquista todo lo que Dios te ha prometido. No te dejes llevar por lo bien que puedan parecer las cosas de este lado del río. Déjate llevar por lo que Dios ha dicho, y Dios ha dicho que llegó el momento de cruzar al otro lado
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La gloria de Dios para tu vida

El pueblo de Israel se presta a cruzar el Jordán, Dios les instruye que siguieran el arca del pacto.  El arca iba sobre los hombros de los sacerdotes y a cierta distancia -dos mil codos- por lo que no se podía ver a simple vista.  Lo que se podía ver era la gloria de Dios sobre aquella arca.
La gloria de Dios se puede ver a la distancia.  Te puedes dirigir hacia esa gloria para lo nuevo que Dios tiene para tu vida.  Esa gloria no es cargada por animales, sino únicamente sobre hombros de hombres.
Es el arca sobre los hombres, sobre tu vida, la que hace que, tan pronto pones tus pies sobre el río Jordán, se abra y puedas cruzar a lo nuevo de Dios para ti.  El Jordán se abre porque tiene que responder a la gloria de Dios que cargas sobre tus hombros, de la misma manera que, cuando Adán estaba en el Edén, los animales respondían, no a Adán, sino a la gloria de Dios que estaba en Adán.
La naturaleza responde a la gloria de Dios.
No experimentarás lo nuevo de Dios, mientras sigas frustrado, mirando hacia el suelo y llevando sobre tus hombros la carga pesada del pasado.  Tus hombros no fueron creados para llevar la carga del pasado, sino para cargar la gloria de Dios, que es lo que te abrirá camino a lo nuevo de Dios en tu vida.  El río se abre delante de ti para darte una nueva experiencia.
Todo lo que está cerrado tiene que abrirse ante la gloria de Dios; y la biblia dice que la gloria venidera será mayor que la primera.  Prepárate porque lo que has visto no se compara con lo que Dios va a hacer.
Moisés le dijo a Dios: Quiero ver tu rostro.  Dios le dice: Te mostraré mi Gloria, que en el texto original es “voy a mostrarte mi bien”; en otras palabras: Voy a mostrarte lo bueno que he sido. Cargar la gloria de Dios es recodar siempre todo el bien que Dios ha hecho delante de ti.
El arca de Dios representaba la gloria de Dios, y sobre ese lugar Dios se movía.  Tus hombros no fueron creados para llevar carga pesada, sino para llevar la gloria de Dios y todo lo que está delante de ti tiene que responder porque sobre ti se mueve la gloria de Dios.  Así que levántate, sécate las lagrimas, deja la tristeza.  Entiende que no vas en tu nombre, sino que vas en el nombre del Dios Todopoderoso.  Atrévete a caminar por lugares que nunca te habías atrevido sabiendo que el mundo tiene que responder a la gloria de Dios que va sobre tus hombros.
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El milagro de Dios en ti

En Marcos 2:18-22, Jesús habla sobre el vino
El primer milagro que hizo Jesús fue convertir el agua en vino, para que no se acabara una fiesta de bodas.  La fiesta se estaba acabando porque las tinajas de vino estaban vacías.

Jesús dijo que llenaran las tinajas de agua, que representa la palabra de Dios.  Cada vez que vas a la iglesia, vas llenándote de agua y, con el agua, llega el milagro que estás esperando para que la fiesta no se termine.  Entonces, sales de la iglesia diferente, y comienza a cambiar todo en tu vida.

El deseo de Dios es mantenerte siempre lleno. Dios detesta las cosas vacías.
El odre tenía varias cualidades positivas y negativas.  El odre tenía la capacidad de expandirse, si era nuevo. En el odre, no se podía guardar el vino por mucho tiempo porque el odre contaminaba el vino.  Por esto, se guardaba el vino en tinajas para que fuera preservado por mucho tiempo.

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