Basta con que reconozcas la presencia de Dios y los milagros van a llegar comoquiera

Hay gente que no hay manera de complacerla, de satisfacerla. La gente se queja por todo; todo lo critica. Dios hace un milagro, nos cuida, nos guarda y, en lugar de agradecerle, nos quejamos, y no vemos lo que Dios ha hecho… y si tú no puedes ver lo que Dios ha hecho, lo próximo que va a pasar es que vas a dejar de reconocerlo, en medio de tu desierto.
 
Tú no necesitas un milagro más. Basta con que reconozcas la presencia de Dios, y los milagros van a llegar comoquiera. 

Si ya has salido de Egipto, y has visto la mano poderosa de Dios, y tienes una promesa de ir a un mejor lugar, lo que tienes que hacer es seguir con la misma premisa con la que saliste: Si su presencia no va contigo, mejor que no te saque. 

El problema es que, en medio de aquel desierto, el pueblo de Israel se olvidó de la presencia de Dios, le tentaron, pelearon con él. ¿De qué se quejó el pueblo de Israel? ¿Cuál fue su duda? ¿Cómo limitaron a Dios? Cuestionando si realmente Jehová estaba o no con ellos.

Limitamos a Dios, cuando no damos por buena su palabra, cuando no la aceptamos como real en nuestra vida, cuando cuestionamos su amor, pensando: Si Dios realmente me amara tanto, no estaría pasando por lo que estoy pasando. 

Cuestionamos el amor de Dios ante problemas económicos, ante momentos difíciles, ante un desamor, olvidándonos que, hace dos mil años atrás, él derramó el más grande amor en la cruz del Calvario. 

El enemigo puso a prueba la integridad de Job. En un periodo de nueve meses, Job perdió muchas cosas, pero en ningún momento perdió su integridad. Su esposa le cuestionó: ¿Aún retienes tu integridad? Y añadió: Maldice a tu Dios, y muérete. Perder la integridad, hubiese sido maldecir a Dios. Job dijo un sinfín de tonterías, pero las dijo, alabando a Dios. Job dijo: Jehová dio, Jehová quitó, sea el nombre de Jehová bendito. No fue Dios quien le quitó, pero aquello fue un momento de adoración.

A través de toda tu vida, tu integridad será probada. Pasarás por situaciones que te harán dudar de la presencia de Dios en tu vida. Y será entonces que tendrás que decidir si limitarás la manifestación del poder de Dios en tu vida, dudando de su propósito en tu vida, dudando de su presencia y su cuidado para contigo. Si dudas, lo único que Dios puede hacer contigo es permitirte que des vueltas en el desierto. Y, aun si lo hicieras, Dios es tan misericordioso que estaría contigo, cuidándote en el desierto, porque su propósito para contigo no ha cambiado, y es llevarte a la tierra prometida.
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