Una de las porciones más conocida de las
escrituras es el Salmo 23. En el verso 4, David dice: Aunque ande en
valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás
conmigo.
Recordemos por un momento que David era
pastor. El valle de sombra de muerte era el lugar más peligroso que
pasaban los pastores con sus ovejas, porque era allí que asechaban los
lobos. Muchos, a veces, se encuentran en estos momentos bajos,
vulnerables; pero, si eres capaz de resistir, Dios te llevará a los
lugares altos.
Santiago dice que, si resistes, se te
tiene reservada la corona. Los desiertos vienen, pero confía, porque
vienen también las bendiciones.
Pero, ¿qué debemos hacer, en esos
momentos en que estamos cruzando ese valle de sombra de muerte, para
volver a los lugares altos de abundancia?
Conocemos la historia del hijo pródigo.
En el momento en que comenzó a faltarle y se encontraba apacentando
cerdos, deseando comer de las algarrobas que ellos comían, dice la
palabra que, volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en la casa de mi
padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Y no fue
sino hasta entonces que decidió regresar a casa de su padre.
Si hoy te encuentras atravesando un
valle de sombra de muerte, si te ha comenzado a faltar, al punto que has
deseado saciarte con la comida de los cerdos, tú tienes que hacer lo
mismo que hizo el hijo pródigo: Alinear su mente a la mente de su padre.
Alinea tu mente a la mente de Cristo.
Alinea tu mente, satúrala de abundancia. Dios tiene abundancia de
gracia, abundancia de misericordia, y abundancia de pan para tu vida y
la de los tuyos.
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