Una de las frustraciones más grandes que siente el hombre es cuando, los planes que le ha presentado a Dios, no salen como esperaba. Quizás esperabas ya haber alcanzado ciertas cosas para esta época de tu vida. De la misma manera, llegan cosas a nuestra vida que no hemos planificado. Y comenzamos a esperar cosas que Dios nunca nos prometió, y vivimos frustrados porque, queriendo estar en Jerusalén, estamos en Babilonia.
Cuando hay un choque entre lo que son tus planes con los planes de Dios, tiene que haber un día donde tu llegues a quebrar tu espíritu delante de Dios y rendirte a los planes que Dios tiene para ti. El problema es que hay gente tan testaruda que, a pesar de que están en problemas, quiere seguir con sus planes, y quieren forzarle a Dios sus planes, en vez de vivir bajo los planes de Dios.
La razón por la que el pueblo de Israel cae en Babilonia es un plan de Dios, protegiendo al pueblo, y haciendo que su palabra se cumpliera. Babilonia se convirtió en el recurso financiero más grande que tuvo Jerusalén en un momento dado. Pero, ¿por qué el pueblo cae en Babilonia?
Dios tiene que sacar al pueblo de Israel de Jerusalén y llevarlo a Babilonia, porque, lamentablemente, el pueblo de Israel se convirtió en un pueblo idólatra. Comenzaron a permitir cosas que no se podían permitir. Si los dejaba allí, contaminarían para siempre a Jerusalén. Dios los lleva a lo que parecería el lugar más extraño y difícil, pero allí, en Babilonia, Dios levanta una generación como no pudo levantarla en Jerusalén.
Donde Dios hizo grande a Daniel, fue en Babilonia. Donde Dios hizo grandes a Zadrac, Mesac y Abed-nego, fue en Babilonia. Estando en Babilonia, entonces, hubo un pueblo que se levantó y dijo: No nos vamos a contaminar con lo que pasa aquí, vamos a vivir para Dios. Y, entonces, el plan de Dios comenzó a cumplirse.
Ese proceso purificó, levantó a una generación y la expuso a nuevas decisiones.
Hay gente a la que le es necesario pasar por un choque existencial; les hace falta darse contra la pared para entender que hay que cambiar y que no pueden seguir viviendo de la manera en que viven. No saben apreciar su libertad, y es bajo esclavitud que les toca decidir si van a servir a Dios o se van con la corriente del mundo.
Pero, gloria a Dios que, en medio de esas circunstancias, él levanta personas como Daniel, levanta una generación que demuestra que todavía hay adoración y reverencia para el nombre de Dios.
Lo que Dios quiere sacar de adentro de ti, en medio de la cautividad, es la excelencia de espíritu que siempre te debió caracterizar. En Jerusalén, en el mundo, no había mucha diferencia de quién tú eras, pero, en Babilonia, la gente va a darse cuenta que tú no tienes el mismo espíritu que tienen los demás.
Este momento que estás atravesando en tu vida no sacará lo peor de ti, sino lo mejor para Dios.
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