Así como la palabra nos llama a honrar a nuestros padres, de la misma manera, la biblia nos llama a honrar a nuestro cónyuge.
1 Pedro 3 dice, a las mujeres, que
estemos sujetas a nuestros maridos. Mujer, tu esposo se merece respeto.
En la casa, el padre merece respeto. La mujer no debe hablar mal de su
esposo. Las mujeres debemos respeto a nuestros esposos, y tenemos que
enseñarles ese respeto a nuestros hijos.
Esas luchas de poder, el cuestionar
quién manda en la casa, son cosas que no debes permitir que pasen en tu
casa. A la hora de la verdad, ambos estén de acuerdo en lo que hagan y,
si uno dice una cosa, que se respete, que se siga la instrucción.
Muchas veces, vemos mujeres faltarle el
respeto a los hombres. De hecho, la sociedad completa falta mucho el
respeto a los hombres. Las mujeres, por naturaleza, tenemos habilidad
para realizar varias tareas, pero eso no quiere decir que seamos más
inteligentes o más capacitadas o que sea la mujer quien tiene que llevar
el timón del hogar. El hombre es el sacerdote del hogar, y un hogar
donde hay un hombre bien establecido es un hogar donde hay honra, y es
un hogar que permanece, por encima de las tribulaciones.
De la misma manera, dice la palabra que
el hombre debe dar honor a su esposa. El hombre debe dar honor a la
mujer, como vaso más frágil.
A veces, a la mujer se le hace más fácil
reclamar el honor, mientras que el hombre no encuentra cómo hacerlo,
pero ambos merecen honor. Dondequiera que vaya una mujer, su
comportamiento debe honrar a su esposo.
Tiene que haber un orden en nuestras vidas. La honra es cuestión de orden, es cuestión de obedecer a la palabra del Señor.
Mujer, tienes que darle honra y honor a
tu esposo. Habla bien de él, dale el lugar que le corresponde, sé
agradecida con cada cosa que hace. Si bien es cierto que a él le
corresponde proveer, también es cierto que muchos no lo hacen. Dale
gracias a Dios por lo que el tuyo contribuye a tu hogar.
Hombre, la mujer tiene unas funciones y,
si la tuya cumple con ellas, dale gloria a Dios por eso, y hónrala como
vaso más frágil. Ciertamente, las mujeres tenemos cambios hormonales
que nos hacen ser más frágiles en ciertos momentos, pero para eso es
necesario un buen hombre, con los pantalones en su sitio, que honre a la
mujer. Quizás eres un padre que no se involucra tanto en la crianza de
sus hijos, pero, si vieras algún irrespeto, tu deber es intervenir para
poner orden y honra en tu hogar.
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