Según la lectura en Marcos 3:27, no
puedes entrar a la casa de un hombre fuerte y destruir su casa, si
primero no lo atas. No importa la fuerza ni la sabiduría del hombre, si
está atado, el enemigo podrá destruir su hogar.
Esto es un principio espiritual de lo
que Cristo vino a hacer a la tierra entre nosotros. Él vino a atar al
hombre fuerte, para entonces destruirlo.
Esto también lo podemos ver en nuestros hogares en el día de hoy.
A través de la historia del mundo, la
figura masculina ha sido atacada más de lo que la gente puede pensar. En
años anteriores, ha existido grandes movimientos de liberación
femenina, provocados por el abuso hacia la mujer, porque no hay hombres
que hayan sabido ser hombres.
El hecho de que una mujer sea libre, no
va a cambiar el que un hombre mal tratante quiera abusar de ella. La
maldición que se estableció al principio de la tierra fue que el hombre
se enseñorearía de la mujer. Por eso, la verdadera libertad de una mujer
se encuentra en que el hombre que esté a su lado sea libre; libre para
ser todo lo que Dios quiere que el hombre sea.
La herida más grande de una mujer es que
su esposo e hijos estén atados en pobreza y maldición. El peor ataque
que una mujer puede recibir es estar en amargura porque los hombres de
su vida están sufriendo. El problema ha sido que, a través de la
historia, las damas no han percibido el ataque que existe en contra de
la figura masculina.
La mayoría de los crímenes y muertes son
de hombres, de jovencitos siendo asesinados. Las noticias siempre
resaltan la muerte de una mujer, pero por cada mujer que es asesinada
mueren 15 varones que nunca alcanzaron su potencial. Jóvenes que se
fueron a la calle tratando de encontrar lo que no encontraron en el
hogar.
Se necesita más gente que traiga estos
jóvenes a Cristo, para sacarlos de la calle. Tenemos que ir a buscarlos
porque nuestra generación de varones se pierde.
Pero la historia simplemente se repite.
La primera muerte en la biblia fue la de
un hombre, Abel. En Egipto, uno de los peores decretos fue matar a todo
varón menor de 2 años y luego sucedió lo mismo para el nacimiento de
Jesús. Ha sido tanto el miedo del diablo por lo que Dios quiere hacer en
la vida del hombre que no le permite alcanzar su juventud, matándolo a
temprana edad.
El enemigo sabe que Dios dijo que de la
simiente de la mujer saldría uno que le aplastaría la cabeza. Por esto,
el ataque del enemigo ha sido contra el hombre, para que ninguno ponga
la semilla correcta en la vida de una mujer. El enemigo sabe que, si hay
un hombre libre en una casa, la simiente correcta se levantará en una
familia y será libre la mujer, sus hijos y toda la sociedad.
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