Todos
tenemos un pensamiento que nos molesta constantemente. No hay lugar
donde vayas que alguien no pregunte por tu pasado. Mucha gente quisiera
desaparecer del mapa simplemente porque no pueden trabajar con su propia
mente.
La sangre de Cristo te dice que eres libre, y calla la voz de todo acusador, de todo pensamiento que te perturba.
Si has pensado quitarte la vida, cancela
todo pensamiento negativo y declara que la voz de la sangre de Cristo
será más fuerte que la voz que te perturba. Eres libre, porque hay una
víctima que murió hace 2000 años en la cruz del Calvario, y llevó esas
espinas por ti. Su sangre te dice que eres libre de toda espina que
perturba tu vida.
En la biblia existen varias ocasiones
importantes donde vemos la palabra espinas, en eventos significativos
que se relacionan con Jesucristo.
En Génesis 22, Dios le dice a Abraham:
Te voy a dar un hijo; y luego le pide que lo sacrifique. No fue fácil,
porque de camino al monte fueron 3 días de espinas, pensando: Si me lo
diste, ¿por qué me lo estás pidiendo? Y, si no se levanta, ¿cómo vas a
cumplir tu promesa? Fueron 3 días de pasar esa angustia, sin poder
decírselo a nadie. No se lo dijo a Sara, su esposa, porque sabía que
ella no iba a entender; ella lo iba a detener.
¿No has tenido algo en tu mente, y no se
lo has podido decir a nadie? Algo que sabes que, si lo dices, no van a
entender lo que estás pasando. Lo único que tienes que hacer es caminar,
sabiendo que te vas a encontrar con Dios, en algún momento dado, y que,
finalmente, lo que está pasando en tu mente tendrá sentido. Hay días
donde tienes que caminar con esa corona, sin decirle a nadie, porque tu
esposa no te va a entender, tus amigos no te van a entender, y tu hijo
tampoco.
Cuando están en el monte, Isaac le dice:
Papi, tenemos la leña para el fuego, pero ¿dónde está el holocausto?
¿Cómo Abraham le iba a decir a Isaac que él era el sacrificio? Su
posición era muy difícil.
Tener que caminar 3 días, sin poder
hablar, sin que nadie pueda entender. No es que Abraham no quería
hablarlo; es que sabía que, si él no entendía lo que Dios estaba
haciendo, menos lo iban a entender los demás.
En el monte, cuando iba a sacrificar a
Isaac, Dios lo detiene y le dice: Conozco lo que hay en tu corazón, mira
hacia atrás y busca el carnero, metido entre los espinos.
Por causa del sacrificio de Cristo,
dentro de cada arbusto espinoso a tus espaldas, hay un carnero. Porque
no te negaste a seguir caminando, a pesar de las espinas que llevabas en
tu mente, aunque no se lo podías decir a nadie. Seguiste caminando y,
por eso, ningún pensamiento te puede paralizar.
Aunque no sabes para dónde vas, ni lo
que va a pasar, sigue caminando. En el momento que te encuentres con
Dios en el lugar que Él ha dicho, a tus espaldas, verás Su provisión
sobre tu vida. En ese momento, todo tendrá sentido. No importa la espina
que lleves en tu cabeza, sigue caminando.
Lo peor que puedes hacer es detenerte.
Tu vida no va a cobrar sentido en el lugar donde estas, sino en el lugar
donde te encuentres con Dios.
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