Tiene que llegar el momento en que digas
como Pablo: Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
juzgaba como niño, mas cuando ya fui hombre dejé lo que era de niño.
Antes veía oscuramente, pero ahora veo cara a cara.
Dios está llamando a los hombres,
preguntando lo mismo que preguntó a Adán en el Edén, cuando este se
escondió de él, tras haber comido del fruto prohibido: ¿Dónde tú estás?
¿Quién te enseñó?
Levántate en el lugar en que te
encuentras y créele a Dios, porque se va a desatar sobre tu vida el
llamado de Dios para ti y, cuando tú te pongas en orden, tu casa se va a
poner en orden, tus finanzas, tu familia, tus hijos.
La unción de Dios va a descender sobre
ti y vas a salir del estancamiento, no vas a escuchar más malas
noticias, no vas a escuchar más rechazo y menosprecio. ¿Te dejaron? ¿Te
abandonaron? Pues tú te vas a sacudir el polvo de tus pies, y te vas a
mover hacia adelante. Cree, en el nombre poderoso de Jesús, que viene
una nueva temporada para tu vida y que, por el poder de su palabra, se
desata el potencial de Dios en ti.
Cuando Dios te ve, no te ve como un niño
herido, como un niño maltrecho. Dios te ve como un hombre lo
suficientemente grande para llevar en tus hombros la autoridad y el
principado que él te ha dado.
Sé libre para hacer todo lo que Dios
quiere que tú hagas. Se acabó el llanto, las ataduras, se acabó la
parálisis, se acabó el estar – como David – detrás de las ovejas, sin
alcanzar el propósito de Dios para tu vida. Se acabó el no tener la
autoestima debida, todo porque no has podido comprar un carro, una casa.
El Dios al que tú le sirves ha estado llamando tu nombre, preguntando:
¿Dónde estás? Y ha dado la orden de que te saquen de detrás de las
ovejas porque, aunque otros te vean como un niño, él te ve como un
hombre y te ha llamado para alcanzar algo grande en tu vida.Cuando un hombre aprende a verse como
Dios lo ve, y entiende que Dios lo posiciona en el lugar correcto, su
vida cambia para siempre y, por consecuencia, toda su familia.
Tiene que llegar el momento en que digas
como Pablo: Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
juzgaba como niño, mas cuando ya fui hombre dejé lo que era de niño.
Antes veía oscuramente, pero ahora veo cara a cara.
Dios está llamando a los hombres,
preguntando lo mismo que preguntó a Adán en el Edén, cuando este se
escondió de él, tras haber comido del fruto prohibido: ¿Dónde tú estás?
¿Quién te enseñó?
Levántate en el lugar en que te
encuentras y créele a Dios, porque se va a desatar sobre tu vida el
llamado de Dios para ti y, cuando tú te pongas en orden, tu casa se va a
poner en orden, tus finanzas, tu familia, tus hijos.
La unción de Dios va a descender sobre
ti y vas a salir del estancamiento, no vas a escuchar más malas
noticias, no vas a escuchar más rechazo y menosprecio. ¿Te dejaron? ¿Te
abandonaron? Pues tú te vas a sacudir el polvo de tus pies, y te vas a
mover hacia adelante. Cree, en el nombre poderoso de Jesús, que viene
una nueva temporada para tu vida y que, por el poder de su palabra, se
desata el potencial de Dios en ti.
Cuando Dios te ve, no te ve como un niño
herido, como un niño maltrecho. Dios te ve como un hombre lo
suficientemente grande para llevar en tus hombros la autoridad y el
principado que él te ha dado.
Sé libre para hacer todo lo que Dios
quiere que tú hagas. Se acabó el llanto, las ataduras, se acabó la
parálisis, se acabó el estar – como David – detrás de las ovejas, sin
alcanzar el propósito de Dios para tu vida. Se acabó el no tener la
autoestima debida, todo porque no has podido comprar un carro, una casa.
El Dios al que tú le sirves ha estado llamando tu nombre, preguntando:
¿Dónde estás? Y ha dado la orden de que te saquen de detrás de las
ovejas porque, aunque otros te vean como un niño, él te ve como un
hombre y te ha llamado para alcanzar algo grande en tu vida.
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