Hay personas que responsabilizan a sus
padres por sus fracasos. Aunque sí existe la influencia paternal y
maternal en nosotros, es importante que entendamos lo que dice la
palabra con relación a esto.
Dice en Éxodo 20:5, que Dios visita la
maldad de los hijos sobre los padres, hasta la tercera y cuarta
generación de los que le aborrecen. Pero, en el verso 6, Dios dice: Y
hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis
mandamientos.
Según esta escritura, hay un grupo que
está bajo las consecuencias de los errores, de las decisiones de sus
padres; pero hay un grupo que alcanza misericordia. Para ti no debe
aplicar el verso 5, sino el 6. Tú debes estar en los que alcanzan
misericordia ante Dios.
¿Quiere esto decir que Dios hace a los
hijos responsables de las decisiones de sus padres? No. Con este
principio, Dios no está diciendo que él va a hacer que tus hijos paguen
por las cosas que tú hiciste; o que te va a hacer pagar a ti por los
errores de tus padres, tus abuelos y bisabuelos. Esto no quiere decir
que tengas que luchar con los errores de otros y que Dios se vaya a
desquitar contigo lo que tus generaciones pasadas hicieron. Ese no es el
Dios al que le servimos.
Entonces, ¿por qué tercera y cuarta
generación? Cuando Dios dice que visita la tercera y cuarta generación
es porque un hombre, por lo general, puede ver hasta la segunda, tercera
y cuarta generación. Y Dios dice: Si no te arrepientes, tú vas a ver lo
que va a pasar hasta la segunda, tercera y cuarta generación.
El verdadero dolor de una persona es por
sus generaciones. Aquellos que tienen hijos, nietos, pueden
identificarse con esto. Lo que les pasa a ellos, lo sufren. Y Dios dice,
no que él vaya a desquitarse con tus generaciones, sino que tus
decisiones afectan tus generaciones, y tú lo vas a ver. Aquellos que
pecan, si no se arrepienten, si no alcanzan misericordia, si no buscan
misericordia, verán cómo sus decisiones afectan a la tercera y cuarta
generación. Y no hay peor paga de un pecado, que ver cómo tus hijos y
tus nietos viven las consecuencias de tus malas decisiones.
Tú no fuiste llamado para vivir para una
sola generación. Dentro de ti hay generaciones completas. Dentro de ti
hay naciones completas. Tus hijos son herencia de Dios, son un
privilegio que Dios te ha dado, y tus decisiones hoy están marcando sus
vidas.
Si cometiste algún error, ten la
capacidad, la valentía de enmendarlo, de hacerlo mejor, de tomar nuevas
decisiones para liberar el corazón de esos jóvenes y puedan saber
quiénes son en Cristo Jesús. Los enemigos que te ha tocado a ti
enfrentar, tienes que destruirlos porque, de lo contrario, tus hijos
tendrán que pelear contra ellos. Cada generación debe pelear sus propias
batallas, porque no hay recompensa en pelear los enemigos del pasado.
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