Una de las preguntas más grandes que se
hace el hombre en su vida es: ¿Quién soy yo? Esta pregunta se supone la
contesten nuestros padres; ellos son los que forman la imagen de Dios en
nosotros.
Es triste que el hombre pase toda la
vida sin saber quién es, por causa de su familia. ¿Por qué hay tanta
gente buscando quiénes son toda la vida? Porque nadie ha definido su
identidad, conforme a la imagen de Dios y a lo que él ha dicho que deben
hacer y alcanzar. Para saber quién eres, alguien debe enseñártelo.
En Génesis 27:30-32, Esaú fue a buscar
la bendición que su padre ya le había dado, por engaño, a Jacob. En ese
momento, Isaac le pregunta a Esaú: ¿Quién Eres? Imagina su frustración;
debe ser doloroso para un joven que su padre le pregunte: ¿Quién eres
tú?
En el verso 34, dice: Cuando Esaú oyó
las palabras de su padre, clamó con una muy grande y muy amarga
exclamación, y le dijo: Bendíceme también a mí, padre mío.
Todo el que está perdido hoy día, clama
de la misma manera: Bendíceme a mí también. El que está perdido, en
amargura, en depresión, en tristeza pide bendición porque no hay alguien
que sepa quién es. Pide bendición por que no existe alguien que le dé
una palabra de bendición, para finalmente dejar de compensar y tratar
de comprar lo que es, simplemente porque no se conoce.
El problema que existe en la familia,
con los hijos, los solteros, los casados, los viudos, los divorciados,
no importa en la relación que se encuentre, es uno de definición de
identidad.
La batalla que hay alrededor del mundo
es para cambiar la imagen de Dios en nosotros. El mundo quiere
influenciar en nuestros hijos a través de los amigos que quieren moldear
sus ideas, cuando tú tienes una idea clara de lo que Dios quiere para
ellos. Una esposa se deja convencer por amigas, por familiares, por
amistades y comienza a cambiar la percepción de su esposo sin darse
cuenta, por lo que otros dicen. Lo mismo sucede con los esposos.
La gente comienza a ser influenciada
bajo las imágenes incorrectas. Vemos que la televisión comienza a
definir lo que es una familia moderna y las cosas que deberían aceptarse
como común, como normal, en el día de hoy. Lo que es normal para otros
no quiere decir que sea normal o aceptable para ti. Tiene que haber
gente que se pare firme en su casa, que entienda lo que Dios quiere
hacer en su vida y que pueda transmitirlo correctamente a toda su
familia.
Tú eres la que debería estar diciéndole a
tu esposo lo grande que es aunque sea un vago, porque si no lo dices tú
alguien más lo hará. No hace falta tener un cuerpo bonito, ni mucho
dinero para ganarse el corazón de alguien. Para ganarse el corazón de
alguien solo se necesitan las palabras correctas de la persona
incorrecta, porque está detrás de algo que no le pertenece.
Entiende que, si no les dices a tus
hijos cuánto los amas, quiénes son ellos para Dios y para ti, alguien se
va a encargar de decírselo y esa es la imagen que va a permanecer en el
corazón. Entiende que nadie debe definir a los tuyos; solo tú puedes
hacerlo. Tus palabras deben ser utilizadas para definir a tu familia.
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