Créele a Dios

En Hebreos 3:7-9, dice la palabra del Señor: Por eso, como dice el Espíritu Santo:Si oís hoy su voz,noendurezcáis vuestros corazonescomo en la provocación, en el día de la tentación en el desierto,donde me tentaron vuestros padres; me pusieron a prueba y vieron mis obras cuarenta años. La palabra provocación, en el original, significa limitaron.  Salmo 78:41, hace referencia a este momento, donde dice: Y volvían, y tentaban a Dios, y provocaban al Santo de Israel. 
 
En Hebreos, Dios dice que el pueblo estuvo cuarenta años en el desierto, porque lo limitaron y lo tentaron.  El pueblo de Israel cuestionó todo el tiempo a Dios.  La gente siempre está diciendo que Dios tienta y prueba, sin darnos cuenta que la mayoría de los desiertos que pasamos es porque estamos probando a Dios.

Claramente la biblia dice que por limitar a Dios estuvieron en el desierto cuarenta años viendo sus obras.   Estuvieron en el desierto, por no tener corazón correcto.

Muchas personas ven cuarenta años de obras, pero siguen en el desierto.  Muchos están cuarenta años viendo milagros, pero son milagros del desierto, por no haberse movido y haber limitado a Dios a un nuevo mover.  Las transiciones de Dios no son de mucho tiempo, son cortas.  Job pierde, pero en nueve meses lo recupera todo.  Jesús al tercer día resucita.

Muchos se conforman con los milagros del desierto, porque hace presión el creerle a Dios y tirarnos a lo desconocido.  No te conformes con los milagros del desierto.  Muchos prefieren el maná porque es seguro mañana, sin darse cuenta que de esa manera no alcanzan lo ilimitado de Dios.  Dios le dio al pueblo maná y agua hasta que murieron, y no entraron a la tierra prometida.  Hasta que llegó la generación que dijo: Nací en el desierto, pero no nací para quedarme aquí en el desierto.

Dios busca una generación que quiera levantarse al próximo nivel.  Una generación que le dé gracias por el maná, pero desee mucho más.  No te conformes con los milagros del desierto.  Dios te ha prometido una tierra que no te enviará maná del cielo, pero es tierra que fluye leche y miel. En el desierto, el maná no te servía al otro día.  En la tierra prometida, tú decides cuánto sembrar, cosechar y conquistar.

Muchos viven preguntando: ¿Cuándo saldré de mi desierto?  Saldrás del desierto, cuando arregles tu corazón y dejes de limitar a Dios.  Cuando decidas hacer su voluntad y él pueda hacer lo que te ha prometido.

En el desierto, Dios te ha dado maná y agua.  Sé agradecido de que te haya cuidado y protegido, y no limites más a Dios, porque una vida sin límite comienza cuando dejas de limitar a Dios.
Sueña en grande, y no endurezcas tu corazón con los rencores, las frustraciones y los problemas del pasado. Créele a Dios.  El que te sacó de Egipto, es fiel y te llevará a la tierra prometida.
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