Cuando aceptamos a Cristo como Salvador,
algo dentro de nosotros dijo: Voy a hacer de ti algo nuevo. En nuestro
interior, vimos el potencial de ser diferentes y completar el destino
de Dios en nuestras vidas. Se fue la tristeza y la frustración. No
sabías lo que ibas a hacer en el camino, ni sabias a quiénes ibas a
conocer, ni sabías quiénes te iban a fallar, y que ibas a tener
problemas. Pero saliste con la expectativa y la visión de que Dios
haría de ti una nueva criatura, cambiaría tu carácter y haría por ti lo
que tú mismo no has podido hacer.
En ocasiones, no nos damos cuenta que,
en el proceso en la vida, mientras crecemos, nos dormimos a todo lo que
Dios está haciendo. Entonces, perdemos de vista la primera razón por la
cual decidimos salir del lugar donde nos encontrábamos y seguir a
Cristo”: Que él iba a hacer por nosotros lo que nosotros no podíamos
hacer por nosotros mismos. Vemos, cómo Pedro sigue a Cristo, no porque
le ofreciera un trono, sino porque iba a ser una mejor persona, pescador
de hombre.
Pedro tuvo varias experiencias muy
poderosas con el Señor. En una ocasión, le confesó su gran amor a
Cristo –dondequiera que vayas, voy contigo, hasta lo último. Jesús le
dijo: Pedro, llegará el momento que me negarás. Y, en el momento
crucial de Cristo, Pedro le negó. Luego, Pedro entra en una gran
tristeza que inunda su vida.
¿Cuántos hay como Pedro? Nadie puede
juzgar tu amor por Dios, ni juzgar tu salvación, pero, cuando hablas y
ven dónde estás, dices que estás durmiendo. Una persona está dormida,
cuando vuelve al mismo lugar y a la misma rutina de donde Dios lo sacó.
Luego, de esta experiencia, Pedro tuvo
tres eventos más con el Maestro, que lo llevaron a alcanzar un mayor
nivel. El primer evento fue cuando Cristo lo ve solo, en el mar, y le
dice: Pedro, tira la red; y tiene la gran pesca milagrosa. Cuando llega
a la orilla, se encuentra que Cristo le tenía un pescado preparado para
comer. Tienen una conversación, donde vemos que Cristo le dice: Pedro,
¿me amas? Apacienta mis ovejas. Podemos ver como Cristo comienza a
sanar y a despertar nuevamente el corazón de Pedro.
En el segundo evento, Pedro, junto a los
discípulos, estaba encerrado donde nadie lo podía ver, cuando se le
presenta el Maestro, diciendo: Paz a vosotros; y les enseña las marcas.
La tercera experiencia la tiene con el Espíritu Santo, y nuevamente
están encerrados en un aposento alto.
Tres veces Dios tuvo que buscarlos en
lugares que estaban aparte, encerrados. Cuando Dios les llamó, no les
llamó para dejarlos encerrados en cuatro paredes en sus fracasos. La
primera experiencia fue, la del perdón. La segunda experiencia, de la
enseñanza del reino; y la tercera experiencia, la del Espíritu Santo que
hizo que Pedro y los demás discípulos salieran de aquel lugar y se
atrevieran a retar el viejo sistema que los había limitado.
Lo que Cristo ha hecho por nosotros no
es para dejarnos encerrados, sino para traer perdón a tu vida, mostrarte
el reino, y liberarte, para que ya no vivas más bajo el sistema
limitado del mundo.
Si estas palabras han llegado a lo mas profundo de tu corazon puedes compartirlo y tambien comentarno para que aquellos que necesitan esa palabra puedan ver el testimonio de Dios en ti Dios te bendiga en gran manera.
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