Lo que Dios ha Hecho tú Entiende

En Mateo 14, la palabra nos habla de la alimentación de los cinco mil. Después de este milagro, Jesús hizo que sus discípulos entrasen en la barca, para que fuesen a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud y se apartaba para orar. En medio del mar, estando ya la barca azotada por las olas debido al viento contrario, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Sus discípulos se turbaron, creyendo que era un fantasma. Entonces, Jesús les dijo que no temieran, y Pedro dijo: Si eres tú, manda que vaya a ti. Jesús dijo: Ven; y Pedro salió de la barca, sobre las aguas, pero al ver el viento, comenzó a hundirse. Clamó a Jesús, quien vino a su rescate, y le dijo: Hombre de poca fe. Jesús reprendió a los vientos y se hizo grande bonanza. Entonces sus discípulos le adoraron.
En Marcos 6, vemos esta misma historia, con algunas otras frases que nos dejan ver otros detalles. Comienza diciendo, en el verso 45: “Enseguida…” Enseguida, ¿después de qué? Enseguida después del milagro de la multiplicación de los panes y los peces.
En esta escritura, dice que Jesús les vio remar con gran fatiga. Hay gente que no se da cuenta que lo que está pasando en su vida, es por causa de la fatiga. A veces, espiritualizamos ciertas cosas, cuando realmente el mero cansancio nos provoca a nosotros ver cosas que no tenemos que ver. En vez de ver el milagro, vemos problemas, vemos fantasmas.
Cuando Jesús calmó la tormenta, los discípulos se maravillaron y, dice esta escritura que, fue porque aún no habían entendido lo de los panes y los peces, por cuanto estaban endurecidos sus corazones. ¿Qué tiene que ver lo de los panes y los peces con que Cristo caminara sobre las aguas y ellos pensaran que fuera un fantasma?
La naturaleza estaba esperando el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, de nuestro Redentor. Por esto, es interesante que, cuando estuvo en la tierra, solo unos cuantos lo pudieran reconocer. De la misma manera, muchas veces llega a nuestra vida aquello que hemos estado esperando por tanto tiempo, y no lo podemos reconocer.
Delante de tus ojos está tu milagro, tu solución, pero, por causa de la fatiga, por causa de no entender lo que Dios ya ha hecho contigo, por causa de limitarte y tratar de encerrarte en lo que tú crees que Dios va a hacer, has perdido de vista el milagro. Cuando no puedes reconocer que lo que está delante de ti es tu milagro, en lugar de tener fe, tienes miedo.
No pongas atención a los vientos contrarios. Escucha la voz del que te llama fuera de tu barca. No es un fantasma. Es el Hijo del Dios todo poderoso que ha venido para que, en su palabra, cruces al otro lado.
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