Dios te ha mandado a reconocer la tierra para que veas lo que él quiere hacer contigo

Dios le dice a Josué: Esfuérzate y sé valiente. Esto nos demuestra que Josué pasaba un proceso en su mente, por lo que Dios le decía estas palabras que él necesitaba escuchar.
Las experiencias que Josué había tenido lo habían formado. Josué nació como esclavo, pasó a ser soldado, luego fue espía, después fue siervo y, entonces, llegó a ser el líder de Israel.
Cuando Moisés murió, llegó el momento de entrar en algo nuevo. Puede que alguna experiencia del pasado no te ayude a entrar en el liderato al cual Dios te ha llamado. Hay quien se desanima porque fueron esclavos. Otros se desaniman en su época como soldados. Otros, como espías, o como siervos. Pero aquel que es capaz de pasar por ese proceso, sin corromper su corazón, recibe de Dios la capacidad de entrar a la tierra prometida.
Los momentos de esclavitud son momentos de grande esfuerzo, con pocos resultados. Como soldado, se tiene que batallar. Josué batalló, mientras que Moisés estaba en el monte con los brazos en alto. Josué pudo haber pensado: ¿Qué hace Moisés –mi líder – allá arriba en el monte orando, en lugar de estar aquí en la batalla? Así se corrompe un corazón.
Como espía, Josué tenía que ir con la perspectiva correcta a reconocer aquella tierra. Dios quiere llevarte a mirar cosas nuevas. Quiere darte visiones que no le va a dar a otro. Dios quiere abrirte el camino para que tú puedas entrar y ver la bendición, la victoria que hay al otro lado, para que regreses cargando con los frutos y los muestres a otros.
Si Josué, como esclavo o como soldado, hubiese permitido que su corazón se corrompiera, como espía, no habría podido ver lo correcto. Seguramente, hubiese sido como aquellos que se concentraron en los gigantes y no en la bendición de Dios.
Quizás has pasado por ciertas etapas en tu vida y ahora que Dios te ha mandado a reconocer la tierra para que veas lo que él quiere hacer contigo, tú corazón está tan herido por tus tiempos de esclavitud y de soldado que, entonces, cuando regresas, te unes a las voces que hablan negativo, que dicen que no se puede.
Josué se mantuvo claro en que conquistarían aquella tierra. Pero hubo diez que dijeron que no se podría y, por causa de esos diez, Josué, Caleb y el resto del pueblo tuvieron que dar vueltas en el desierto por cuarenta años.
Josué tendría que esperar que toda aquella generación pasara, para poder entrar a la tierra prometida. ¿Qué hizo Josué mientras tanto? Se convirtió en un servidor, el servidor de Moisés. Caminó cuarenta años en el desierto, sirviéndoles a un líder y a un pueblo que él sabía que tenían que morir.
Quizás no por tus decisiones, sino por las decisiones de otro, pero tienes que esperar un tiempo; pero, en vez de esperar sirviendo, estás frustrado, a punto de morir en el desierto como los demás.
Ya tú has visto la tierra, pero todavía no es tiempo de entrar. Ahora te toca servir. Sirve, y hazlo con la actitud correcta. Sirve por el tiempo que sea necesario. Si fuiste capaz de ser esclavo, si fuiste soldado, si fuiste espía, y ahora eres servidor, y pasas la prueba de la perseverancia, sin dañar tu corazón, a ti también Dios te llamará para conquistar. Llegarás a la etapa del líder, del conquistador. Etapa en que Dios te saca del anonimato, y te dice: Llegó tu momento, llegó tu hora. A ti te voy a entregar esta tierra por heredad. 

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