Mateo 14:22, en adelante, se nos narra el momento en que, en medio de una tormenta, Pedro caminó sobre las aguas. Muchos menospreciarán este acto, por el hecho de que se hundió, pero la realidad es que Pedro se atrevió a hacer algo que ningún otro se atrevió a hacer.
Quizás un día comenzaste a caminar sobre las aguas, te atreviste a caminar en fe, a salir del lugar de tu comodidad, a lograr grandes cosas para el Señor; pero, de repente, comenzaste a hundirte; sin darte cuenta, te desenfocaste, tu mirada cambió, comenzaste a mirar tus circunstancias.
Uno de los problemas que tiene nuestra sociedad es el desenfoque. Si Pedro hubiese continuado de la misma manera que comenzó, no se hubiese hundido hasta llegar a Cristo… pero, aún habiéndose hundido, llegó el rescate a su vida.
De la misma manera, hay esperanza para ti. Si te has hundido o te estás hundiendo, hay esperanza para ti. Viene ayuda en camino para ti. El Señor va a extender su mano, te va a levantar y entrarás junto a él en la barca. Él te va a dar la victoria que tú estás esperando.
Siempre hacemos la imagen en nuestra mente de esta escena, como si Jesús hubiese cargado a Pedro hasta llegar a la barca; pero, cuando estudiamos realmente qué fue lo que pasó, vemos que Jesús tomó a Pedro por la mano, y entonces ambos comenzaron a caminar hacia aquella barca, hasta entrar en ella.
De la mano del Señor, podrás hacer lo que por ti solo no has podido hacer.
Ahora, la pregunta es: ¿Qué pasó en la mente de Pedro que primero lo llevó a caminar y luego a hundirse? Pedro no pidió garantías para salir de aquella barca. La única garantía era la palabra que Jesús le dio: Ven. En ocasiones, mientras más sabemos, mientras más racionalizamos las cosas, llegamos al grado de disminuir nuestra fe. Y la única manera de vivir la palabra del Señor, y vivir una vida de éxito como creyentes, es por fe.
Pero esta historia no se trata tan solo de fe, sino de obediencia. Cuando llegas a un nivel en tu vida de seguir lo que te dice la voz de Dios, en medio de tus peores circunstancias, experimentas las cosas más grandes de Dios. A ese nivel llegaron Abraham, Moisés, Noé; gente que se atrevió, en medio de la incertidumbre, a tomar una decisión, no porque hiciera sentido o fuese racional, sino porque era una decisión de obediencia.
Si hay algo que Dios está buscando es alguien que obedezca su palabra, no gente que la oiga. Por eso su palabra nos dice una y otra vez que no seamos oidores olvidadizos, sino hacedores de la palabra.
¿Por qué muchos creyentes pasan por las mismas situaciones que los no creyentes? Porque no todo el que dice ser cristiano basa sus decisiones en la palabra.
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