En Éxodo 3, se nos narra el momento del
llamamiento de Moisés. Dios envió a Moisés delante del Faraón, para
liberar al pueblo de Israel de la opresión de Egipto y para llevarles a
la tierra prometida.
Pero a Moisés le preocupaba que ni
Faraón ni el pueblo de Israel creyesen que había sido enviado por Dios.
Entonces, en el capítulo 4, Dios le dice que arrojara la vara que tenía
en la mano, y esta se convirtió en culebra. Entonces, Dios le dijo que
la tomara, y así lo hizo, y se volvió vara en su mano. Y Dios le dijo:
Por esto, creerán.
Más adelante, en ese mismo capítulo, en
el verso 18, Moisés dice: Iré ahora, y volveré a mis hermanos.
Definitivamente, podemos notar el cambio, la transición de pensamientos
que hubo en la mente de Moisés. Al comienzo del capítulo, el problema
que Moisés tenía es que la gente no iba a creer. Más adelante, Moisés
establece que iría, esta vez, con la confianza de que le creerían.
Debemos recordar, además, que Moisés
había salido años atrás de Egipto, huyendo de Faraón, quien procuraba
matarle. Pero Dios le dijo: Ve y vuélvete a Egipto, porque han muerto
todos los que procuraban tu muerte.
De la misma manera, aquello que
procuraba acabar contigo, desapareció. Aquello que procuraba terminar
con tu vida, ya no está. Hoy te vas a poder enfrentar al futuro y al
destino que Dios tiene para ti. No tienes que seguir huyendo, no tienes
que seguir corriendo porque, por causa de lo que Dios ha hecho en tu
vida, aquello que procuraba tu muerte, ya no está.
Ahora bien, Dios no ha pasado tanto
trabajo para mantenerte con vida, para que te quedes en el lugar donde
está y no completes el propósito de Dios para ti. Prepárate, porque Dios
te va a llevar al lugar donde la promesa se va a cumplir, aunque te
sientas incómodo. Eso es parte de experimentar una vida sin límites.
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