Jonathan no escogió ser hijo de Saúl,
pero sí escogió ser amigo de David. Cuando Dios desecha a Saúl como rey
de Israel, por sucesión, le correspondía el reinado a Jonathan, pero
Dios escoge a David, de otra familia. Y, en vez de justificar su
posición como rey basado en su relación con Saúl, decide hacer pacto con
David, asegurando así que su hijo tenga herencia que no le
correspondía. Porque a Mefi-boset no le correspondía absolutamente nada,
desde el día en que Dios dijo que el rey era David.
Ahora, el nieto de Saúl recibe herencia,
no por Saúl, sino por la decisión de Jonathan de escoger correctamente
cuál era su amigo. Ahí es donde mucha gente comete el error.
Tu vida está limitada, no por tu familia
que fue impuesta sobre ti, pero sí por todas las relaciones que tú has
decidido tener en tu vida. Por eso es que hay un momento en tu vida
donde tú vas a tener que escoger a quién le vas a ser fiel.
Cuando Josué se dispone a repartir la
tierra, Caleb reclama que él no fue de aquellos que hicieron desfallecer
el corazón del pueblo. Caleb dice: Entramos doce, y diez decidieron
hacer desfallecer el corazón del pueblo, pero yo decidí seguir a Dios.
La lealtad de Caleb fue seguir a Dios. Se conectó con Josué, y negó a
los demás.
Quizás caminas con gente con la que
nunca debiste caminar; y tiene que haber un día donde tú decidas si vas a
seguir a la mayoría, o si vas a seguir lo que Dios quiere que tú hagas.
Esto te va a costar relaciones. A Caleb le costó diez amigos. Quedaron
tan solo él y Josué, pero, a la larga, los únicos que entraron fueron
Josué y Caleb.
Para que tu vida no quede a la suerte,
ni en manos de nadie, te toca a ti decidir, escoger cuáles son las
asociaciones que vas a tener, los amigos que vas a tener, las
conexiones. No a todo el que entra contigo a ver la tierra prometida le
debes lealtad. Si no sigue a Dios, si no hace lo que tiene que hacer, si
no vive de la forma correcta, si va por mal camino, entonces hay algo
que no está bien.
Para vivir la vida ilimitada que Dios
tiene para ti, tienes que entender que cada decisión de relación en la
que vayas a entrar en tu vida, es vital para tu futuro y el de tus
generaciones. No puedes conectarte con cualquiera, por mejor que
parezca.
Tiene que llegar un día en que digas:
Hasta aquí; voy a seguir a Dios. Te va a costar amistades, pero que no
te cueste la tierra prometida. Te va a costar relaciones, pero que no te
cueste lo que Dios te ha dicho que te va a dar.
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