La
naturaleza no cumplió su ciclo de vida, porque dice que no había fruto.
Y esta persona que escribe esto estaba esperando eso, porque
significaba algo que iba a generar una riqueza sobre su vida. Pero la
situación no quedó ahí.
Había corrales, pero vacíos; por alguna razón no
estaban ocupados. Este hombre está describiendo una situación de
adversidad que a los seres humanos en algún momento nos toca vivir. El
puso su mirada en Dios, pero sabía que debía de acompañar su fe de una
actitud muy poderosa. Era un hombre que vivía un momento de adversidad
muy duro, donde ni la naturaleza había correspondido.
Hace
tiempo, en una porción de tierra que teníamos con mi familia, sembramos
cebolla y otras cosas. ¿Y sabe qué pasó? No llovió lo suficiente, y
mucha de esa cosecha se perdió y perdí dinero. Oré por lluvia y le creí a
Dios por ella. Agarré los ahorros que tenía para mi boda para hacerlo,
porque sabía que iba haber una respuesta de la naturaleza y con eso iba a
fructificar, pero no obtuve el fruto que esperaba y perdí dinero.
Entonces, entendí que a pesar de esa situación, tenía que haber en mi
corazón una actitud correcta ante la adversidad. Sin embargo, hubo una
respuesta de parte de Dios para mi vida.
Y a pesar de la adversidad,
pude entender que Dios estaba conmigo y mientras El esté conmigo,
mientras yo siga confiando en su promesa, mientras yo siga dependiendo
que El tiene el control de todo, estoy convencido que siempre vendrá una
respuesta de Dios. Y eso me sostiene. ¿Y sabe qué paso? Sí me casé
y lo hice mejor que si hubiera obtenido el fruto que deseaba. Y fue
porque en ese momento, aprendí a depender de Dios, le dije que yo había
hecho mi parte y ahora sólo quedaba esperar en El. Gasté todos los
recursos que tenía, y de ahí en adelante sólo quedaba la fe. Para Dios
no hay nada imposible.
Me
gusta hablar del reino de Dios y cómo opera. Este demanda cosas de
nosotros. Mientras conozca más de Dios, va a seguir siendo renovada a
otro estado de vida. Me interesa que los hijos de Dios vivamos una vida
plena dentro del reino, que sepamos cómo funciona. Usted es un ser
espiritual, a usted lo conocen en la tierra y en el cielo; de ustedes se
habla en el cielo y en la tierra. El diablo lo conoce a usted, sabe
dónde vive, qué hace, conoce las obras de fe que usted tiene, conoce sus
debilidades también, pero ahora no me interesa hablarle de eso. Lo que
me interesa saber es cómo puedo ser efectivo en el reino de Dios. Todos
necesitamos que el Reino funcione siempre sobre nuestras vidas. Por eso,
Jesús cuando les enseñó a orar, les dijo que pidieran porque se hiciera
la voluntad del cielo en la tierra. Debe ser una persona que sea capaz
de generar lo que se hace en el cielo, aquí en la tierra.
Me interesa
que llueva sobre su vida todo aquello que en el cielo existe. Que usted
salpique a otros, que en su casa haya bendición, seguridad, fe, un hogar
estable. Me interesa que digan sus hijos: “Quisiera volver a nacer de
los papás que tengo, porque me han instruido dentro del Reino”. “Me
gustan esos padres, porque a pesar de las circunstancias, siempre están
unidos. Me interesa que vivan felices, con todo y la adversidad que hay
en la tierra.
Quiero hablarle de dos cosas muy importantes, dos actitudes que tienen que ver mucho dentro del reino de Dios.
Lucas 18:9-13 A
unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los
otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a
orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie,
oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy
como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este
publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al
cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí,
pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el
otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se
humilla será enaltecido.
Jesús
identificó a dos tipos de personas dentro de la multitud. Uno llegó
diciendo todo lo que hacía. Lo que el fariseo hacía era bueno, ayudaba,
daba su diezmo. Sin embargo, llegó a justificarse delante de Dios, y eso
es una pésima manera de acercarse a El. Eso casi nunca sirve. Este
hombre quiso justificarse de esta manera. Pero vino el otro hombre que
pidió misericordia, que no se creía digno. Y éste recibió antes una
respuesta del Padre antes que el otro.
Citó
esta parábola porque quería hablar de algo muy poderoso que quiere
salir del corazón del hombre; algo que ciertos corazones lo confunden,
habla acerca de la humildad y aquí hay un principio.
Dice
que dijo que cualquiera que se enaltece, será humillado y el que se
humille será exaltado. Le quiero pedir favor que cada vez que llegue un
momento de humillación a su vida, primero examine si antes de eso no
vino una altivez de su parte. Pero sino fue así, es porque viene después
la exaltación.
Mateo 11:20 Esto se vuelve muy importante porque también encontré
que en cierta ocasión, llegó a un lugar donde no encontró buena parte
de la humildad que mueve el corazón de Dios. El orgullo también mueve el
corazón de Dios, sólo que la respuesta es diferente. A mí me interesa
llegar a un punto de cómo identificar qué es ser manso y humilde de
corazón. Se nos dice “Manso, pero no menso; no te dejes”. Como que
fuimos programados a reaccionar siempre de una manera incorrecta. Todo
ser humano debe reaccionar siempre, pero la forma en que lo hace depende
de los valores que lleva dentro. ¿Qué beneficio va a recibir? ¿Tiene
poder el ser humilde? Se lo voy a mostrar. Pero veamos qué fue lo que
pasó cuando Dios encontró una ciudad ajena a esto.
Entonces
comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de
sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: !!Ay de ti,
Corazín! !!Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran
hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se
hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza.
Por
tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo
para Tiro y para Sidón, que para vosotras. Y tú, Capernaum, que eres
levantada hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida;
porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos
en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en
el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de
Sodoma, que para ti. En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te
alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas
cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas
por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce
alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Venid a
mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
La
mansedumbre y la humildad era todo aquello que a aquellas ciudades les
hacía falta, porque ellos se creían muy sabios y entendidos. Ahora
pregunto: ¿La sabiduría es mala? ¿El ser entendido o muy inteligente es
malo? Pero se vuelve una de las razones por las cuales el corazón se
enorgullece. La historia comienza cuando viene Jesús y hace mención de
todo lo que Dios había hecho por esas ciudades. Dice que empezó trayendo
un bien, manifestando su poder. Ahora, ¿qué hace Dios manifestando el
poder en medio de una ciudad donde hay muchos sabios y entendidos? ¿Cree
que con sabiduría puedo yo hacer un milagro? ¿Mientras más sabio soy,
más milagros de sanidad puedo hacer? ¿Tiene que ver una cosa con la
otra? Entonces, ¿por qué Dios empezó a hacer milagros? Porque ni la
sabiduría sirve para eso. El ser sabio sirve para tomar decisiones. Dios
comenzó con una visitación. El problema es que cuando llega una persona
muy sabia, llega el momento en que deja de reconocer en su corazón que
sólo Dios puede hacer eso. Trayéndoles un bien, lo menospreciaron.
Aquí
viene el primer principio: ¡Qué bueno que usted tiene muchas
capacidades, habilidades! Desarróllelas, crezca y vuélvase grande, pero
nunca deje que su corazón empiece a menospreciar las manifestaciones que
El tiene para sus hijos. Porque el menospreciar la visitación de Dios
sólo provoca que la ira de Dios se encienda. El comenzó haciéndoles un
bien, y terminó condenándolos. Nunca deje que su corazón se llene de
vanagloria al punto de menospreciar lo que Dios ha hecho.
El
día que empecemos a ser malagradecidos, en ese momento dejamos de
obtener la bendición de Dios. Porque así como hay gente que lo provoca
para bendición, también hay gente que lo provoca para ira.
La
mansedumbre y humildad abre la oportunidad de abrir descanso para su
alma. Tengo que encontrar el verdadero sentido de la humildad. Esta es
la virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y
debilidades y de todos modos, obrar de acuerdo a este conocimiento.
Busqué qué era mansedumbre y encontré algo muy profundo: actitud de
manso; que se deja dirigir para poder ser guía de otros.
Eclesiastés 10:4 Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti, no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.
Ahí
empezamos a reconocer qué es una persona de un corazón manso y humilde.
Quiero tocar estas dos palabras porque sé lo que va a lograr cuando sea
una virtud que mantenga todo el tiempo en su vida. Porque mientras me
escucha, todos parecen personas mansas y humildes, pero basta que
alguien encienda el enojo, la ira, la desesperación, cómo es que usted
reacciona, porque la humildad tiene el poder de abrirle puertas, el
orgullo se las cierra. La humildad tiene el poder de hacerlo llegar
delante de Dios, el orgullo hace que El se aleje de usted.
Tito 3:1-2 Recuérdales
que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que
estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que no sean
pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos
los hombres.
Cuando
leí esta parte, encontré que una de las virtudes del manso y humilde,
es el que sabe seguir instrucciones y corresponder a la dirección que se
le dé. Es esa persona que siempre está dispuesta a hacer lo que le
piden, no importando cómo se lo pidan ni cuándo;
no importando lo que tenga que dejar de hacer para cumplirlo. Toda
persona que se quiera ejercitar en eso es la que logra ser mansa y
humilde para con los que ve, y seguramente, podrá serlo para con el que
no ve. El ejercicio es cuando usted puede ser manso y humilde para con
sus papás o su jefe. El problema es que estos valores se van perdiendo
mientras nuestro ego toma el control de nuestro corazón y éstos
desaparecen. Puede llegar el momento que Dios nos cierra las puertas
donde necesitamos que las abra.
I Pedro 3:10 Porque:
El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal,
Y sus labios no hablen engaño; Apártese del mal, y haga el bien; Busque
la paz, y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones;
Quiere
decir que usted tiene la capacidad de llamar la atención de Dios cuando
comienza en el verso 10 a hacer lo que El dice, y sus oídos atentos a
sus oraciones. Dios escucha todo, sí; pero no responde igual a unos que a
otros. En este momento, Dios está oyendo lo que estoy diciendo. Pero El
no le va a responder igual a usted que a los que no están hoy aquí. El
está observando la actitud con la cual nos desenvolvemos en la vida y
eso vale para que Dios atienda nuestras suplicas.
Porque
los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus
oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el
mal. ¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el
bien? Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia,
bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos,
ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y
estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y
reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en
vosotros;
Quise
leer esta parte, porque mansedumbre no es quedarse callado aguantando
lo que le están tirando a uno. Mansedumbre es aprender a responder, es
tener respuestas correctas en el momento preciso. Es tomar dominio sobre
nuestro ego, nuestro orgullo y presentar una respuesta correcta en el
momento preciso. No es quedarse callado. Eso se llama mudez, porque no
habló. Se denota en la forma en que usted arregla las cosas, en que
llega a resolver los asuntos de su vida; se nota cuando en medio de un
conflicto conyugal, siempre tiene las palabras correctas para corregir
lo que hay que corregir. Mansedumbre no es responder o tener una
respuesta ofensiva en el momento de un conflicto. La mansedumbre y
humildad abre puertas, el orgullo las cierra. ¿Se necesita humildad para
perdonar? ¿Para cuando dicen algo que no es cierto de usted? ¿Se
necesita mansedumbre para tratar con el jefe?
Si
no tiene mansedumbre, no va a poder dirigir. Trate de dirigir a alguno
que no sea manso. ¿Cómo pretende uno trabajar en un lugar donde no se
dejan dirigir, donde no le pueden decir cómo hacer las cosas? La persona
que no se deja dirigir es porque piensa que la está menospreciando y no
es así.
Salmo 25:9 Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera.
Una persona con humildad y mansedumbre, se va a dejar dirigir por Dios, sabe cómo Dios lo va a establecer.
Salmo 138:6 Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, Mas al altivo mira de lejos.
Isaías 57:15 Porque
así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre
es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y
humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y
para vivificar el corazón de los quebrantados.
En
la Biblia se marcan todos aquellos hombres que con el orgullo lo
llevaron a la perdición. La humildad tiene el poder de abrirle puertas. Y
la más importante que se puede abrir en la vida es la del trono de
Dios. Para transformar de un corazón orgulloso a un humilde, hay un
proceso. Le voy a contar la historia de un hombre que fue pasado por el
horno para crear dentro de él un corazón con humildad, un corazón manso
para ser posicionado donde pudiera soportar cualquier cosa. Uno de los
riesgos más grandes es cuando el corazón se enorgullece. Dios le recalcó
a su pueblo: “no te olvides de donde te saqué”. Tuvieron que pasar un
proceso donde el corazón tenía que ser probado, sólo así estuvieron
listos para conquistar una tierra, porque el corazón necesitaba un nivel
diferente.
El
corazón suyo tiene mucho poder para hallar gracia o para que Dios lo
vea de lejos. Tiene la capacidad de volvernos personas que todo el
tiempo estamos buscando que nadie se aproveche de nosotros. No estoy
hablando de gente que hace con nosotros lo que quiere, sino de personas
que se saben comportar y tienen las palabras correctas para que sepan
responder en el momento adecuado. Estoy diciendo que guarde su corazón y
sepa responder. Porque mientras la humildad y mansedumbre reinen en su
corazón, siempre va a tener una palabra adecuada para responder y va a
ganar cualquier conflicto que se le presente. Imite la actitud de Jesús;
a José que a pesar de la adversidad, pudo mantenerse de una forma
correcta, porque supo que estaba siendo preparado para un momento de
exaltación. Hay cosas que no han llegado a nuestra vida porque no hemos
permitido que la humildad se quede.
Nosotros
hace un tiempo nos quedamos sin casa, sin carro, con una deuda de más
de un millón de quetzales, perdimos la casa, la tierra que teníamos, una
finca. Una crisis total, casi nos perdemos como familia, ese fue
nuestro desierto, pero El nos sacó de ahí. Eso fue muy difícil para
nosotros, fue nuestro desierto. Y escuche lo que nos pasó: El nos sacó
de ahí, nos prosperó y llegó el día de estrenar nuestra casa, nuestro
carro. Primera vez que podíamos subirnos a un carro con 0 km, y como que
me empezó a cautivar dentro del corazón. Esas cosas en ese tiempo
cambiaron mi corazón y yo era en la calle esa típica persona que por
andar en carro nuevo, todos los demás se tenían que hacerse a un lado.
Yo llegué, le entregué las llaves a mi papá y le dije: “Aquí están, no
lo voy a usar”, porque yo sabía lo que eso había provocado en mí. La
grandeza no es mala, es peligrosa para tener los valores correctos
dentro del corazón. Cuesta tanto llegar hasta ahí, y se pierde tan
fácil. Yo me despojé de eso.
Es
necesaria la adversidad para mantener un corazón manso y humilde. La
adversidad sólo es una preparación y de ahí, van a surgir los valores
que nos mantendrán. Dios puede exaltar a aquellos corazones que sabe
cómo van a reaccionar en las alturas.
Esta
es una prédica que usted se va a recordar de mí durante los próximos
días. Porque cuando empiece el momento en que traten con su corazón,
cuando ya lo premiaron, cuando ya esté en alto, se va a recordar de mí. Y
espero que ese recuerdo le sirva para alcanzar un logro más, no para
retroceder. Dios quiere exponerlo a usted y quiere manifestar a través
de sus hijos que hay un carácter cuando logran algo.
Esta
es una enseñanza que se pone en práctica cada vez que venga la
adversidad. Cuando lo logre vencer, va a ser un hijo que sabrá para qué
viene la adversidad en el reino.
“Padre, te pido que los guíes, que los ayudes, que cada vez que logren algo, las virtudes nazcan en corazón, que no haya nadie capaz de cautivarlos más que la mansedumbre y humildad que debe reinar en sus corazones”
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