En Josué 3, el pueblo de Israel, bajo la
dirección de Josué, se disponía a cruzar el Jordán. Para esto, el
pueblo fue instruido a seguir el arca del pacto –que representa la
presencia de Dios, y que sería llevada por los sacerdotes levitas– para
que supieran por dónde pasar, ya que el pueblo nunca había andado por
aquel camino.
De la misma manera, tú necesitas que
Dios te dirija para poder llegar al lugar correcto. Hay situaciones ante
las cuales tu preparación académica no será suficiente; es necesario
que aprendas a recibir dirección divina. Puede que el lugar en que
caminas te parezca conocido, pero, cuando entras en la dimensión de
vivir sin límites, de romper esquemas, de establecer nuevos récords,
necesitas dirección, porque no hay manera de que puedas prepararte para
esto. Solo la dirección de Dios te puede guiar.
Si no sabes cómo llegar a aquellos
lugares que siempre has soñado, no hay problema, siempre y cuando tengas
quién te dirija. Cuando comienzas a escuchar la voz del Espíritu,
entonces comienzas a caminar por lugares que nunca habías ido.
Hay una misión y un propósito para tu
vida. Por lo tanto, Dios tiene planes; y dice la palabra, en Jeremías
29:11, que sus planes son de bien y no de mal, para darte el fin que tú
esperas.
Si te dispones a atravesar un camino desconocido, confía en la dirección de Dios.
A pesar del caos que pueda haber en tu
vida, la misión sigue en pie, el propósito sigue en pie, y el plan de
Dios para tu vida nadie lo puede cancelar.
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